La obesidad es actualmente uno de los problemas
más graves de la salud pública. Su prevalencia se ha ido
incrementando acentuadamente en las últimas décadas, inclusive
en los países en desarrollo, lo que transformó a la dolencia
en una condición de epidemia global.
El conocimiento de la historia natural del crecimiento
es uno de los elementos claves para identificar las manifestaciones de
cambios en la composición corporal que conducen al sobrepeso y
la obesidad.
El sobrepeso, es una expresión de que la persona tiene una proporción
relativa de peso mayor de la deseable para la estatura, sin que hayan
ocurrido cambios sustanciales en la composición del compartimiento
graso. Si la situación es favorable para que el aumento de peso
continúe, se inicia la generación de una enfermedad crónica,
no transmisible, progresiva y recurrente. La obesidad frecuentemente se
presenta como un síndrome metabólico acompañado de
resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa, dislipemia e hipertensión.
La prevalencia de obesidad en Argentina es del 32 %.
El diagnóstico clínico debe efectuarse de manera integral,
similar a otras patologías. Se elabora una historia clínica
completa, poniendo énfasis en los antecedentes personales y familiares:
edad de inicio de la obesidad y curso clínico, factores desencadenantes,
hábitos nutricionales, actividad física, uso de fármacos,
y tratamientos anteriores. En el examen clínico debemos investigar:
signos de patología endocrina y en piel acantosis , calcular el
BMI, tomar medidas de cintura/ cadera , bioimpedanciometría y presión
arterial.
Desde el punto de vista clínico, la clasificación de acuerdo
al BMI, junto con la medida de cintura son métodos útiles
para estimar la prevalencia de obesidad y sus riesgos asociados.
Los exámenes de laboratorio deben estar destinados a confirmar
los hallazgos de la historia clínica y otros factores de riesgo
determinantes o asociados: hipotiroidismo, Cushing, diabetes, dislipemias,
hiperinsulinismo, hiperuricemia La evaluación debe comprender como
mínimo lo siguiente: hemograma, urea, glucemia, creatinina, ácido
úrico, colesterol total, HDL – LDL, triglicéridos,
insulinemia basal y TSH.
Reunidos los datos pasamos a la etapa de clasificar a la obesidad, dependiendo
de su distribución grasa, edad de inicio hasta llegar a la clasificación
etiológica.
Una vez realizada la evaluación integral del paciente desde el
punto de vista clínico y de laboratorio, de haber clasificado su
obesidad considerando diversos criterios, una vez identificados las complicaciones
y definidos los riesgos de acuerdo a la presencia de enfermedades asociadas,
estamos capacitados para planificar un tratamiento especifico.
En la segunda parte de la charla daré mi experiencia con relación
a la importancia de la Insulinemia basal e Indice HOMA en el consultorio
de obesidad., sobre 322 casos, presentada en agosto de 2003 en el Congreso
Rioplatense de Obesidad y Trastornos de la Alimentación
La asociación entre hiperinsulinismo, disminución de la
sensibilidad a la insulina y BMI es frecuente en la obesidad androide.
El estudio fue realizado con pacientes ambulatorios que concurrieron a
consulta con BMI > 25 durante 18 meses. Se evaluaron los siguientes
parámetros: edad, BMI, cintura, presión arterial, antecedentes
personales de HTA e hipotiroidismo en tratamiento, antecedentes familiares
de DBT, HTA y obesidad y los siguientes estudios de laboratorio: glucemia
basal, insulina basal por electroquimioluminiscencia, colesterol total,
colesterol HDL, triglicéridos y hepatograma.
Observamos una fuerte correlación ( p > 0.00001) entre los valores
de I y el IMC y concluimos que la existencia de líneas de corte
en los valores de I que permitan identificar grupos de mayor riesgo debe
ser motivo de mayores estudios.
Con relación al Indice HOMA su determinación nos permite
conocer la prevalencia de Insulinoresistencia en la población La
presencia de IR determinada por HOMA es frecuente en pacientes que concurren
a un consultorio de obesidad. El establecimiento de líneas de corte
junto con otros componentes del síndrome metabólico nos
permitirán acceder a una mejor valoración de las poblaciones
en riesgo de complicaciones tales como: diabetes, HTA y enfermedad coronaria
y efectuar tratamientos adecuados de prevención.
Observamos además que los hipertensos (n=98) mostraron diferencias
significativas con relación a los normotensos (n=213) en todas
las variables estudiadas. Sin embargo, como los p hipertensos presentaron
una edad significativamente mayor (51±12 vs 40±11 años,
p < 0.00001), no puede descartarse que las diferencias observadas se
deban a la edad.
El estudio estadístico demostró una correlación significativa
de la PAS y PAD con el diámetro de cintura (r2:0.21, p=0.01 y r2:0.16,
p=0.008 respectivamente) y en segundo lugar con el HOMA.
Concluimos que con dos métodos sencillos a nivel epidemiológico,
podemos identificar poblaciones de riesgo. Esto nos permitirá implementar
tratamientos en una fase temprana y de esa manera disminuir la perpetuación
de las anormalidades metabólicas y la morbimortalidad cardiovascular
en la edad adulta.
Bioquímicas: María Patricia Gentili y Ana
Carolina Robin
Participación especial del Dr. Osvaldo Volpe (médico).
Material enviado por: Asociación Bioquímica
IX Distrito – Mar del Plata.
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