Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana

El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en la revista “Ciencia Hoy”, Vol. 13 n.º 73 febrero/marzo 2003; para su difusión a través de FABA Informa.

Descubriendo las células progenitoras

Disponer en el laboratorio de células capaces de diferenciarse –o sea formar los diferentes tejidos del organismo– fue un problema que ha desvelado a los científicos durante años. Finalmente, en 1998, los investigadores norteamericanos James Thomson y John Gearhart anunciaron que podían hacer crecer en el laboratorio células troncales –o progenitoras– de origen humano. Se abrió así la puerta al diseño de nuevas terapias médicas que podrían curar varias enfermedades y contribuir a una mayor eficacia en el trasplante de órganos.

Por Sergio Vianello.
Departamento de Biología Celular, Histología, Embriología y Genética, FAcultad de MEdicina, UBA.

La célula huevo –o cigoto–, producto del asombroso proceso de fecundación, es totipotencial, o sea que es capaz de generar por sí misma un individuo. Cuando el cigoto llega al estadio bicelular –es decir que se duplicó una vez–, cada una de estas células puede potencialmente formar un feto. Recordemos que los gemelos genéticamente idénticos se forman cuando dos células totipotentes se separan y a partir de cada una de ellas se desarrolla un individuo. Aproximadamente cuatro días después de la fecundación, las células, que se han dividido por mitosis, produjeron un aumento del número de células y una reducción de su tamaño, ya que el volumen total del embrión sigue siendo el del cigoto. Estas células se denominan blastómeras, y comienzan a especializarse. Cuando el embrión está formado por aproximadamente 16 células se llega al estadio de mórula (Fig. 1). A partir de esta etapa, las células que constituyan el macizo celular interno darán origen al embrión propiamente dicho, mientras que la capa celular circundante contribuirá a la formación de la placenta (Fig. 1).


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Fecundación y embriogénesis.


Las blastómeras del macizo celular interno poseen la capacidad de generar todos y cada uno de los tejidos y órganos del individuo en formación –o sea que son células troncales o progenitoras–, pero no pueden formar todos los tipos celulares necesarios para el desarrollo fetal, como la placenta. Como su potencial no es total, es decir no son totipotentes, las denominamos pluripotentes. A medida que estas células pluripotentes se van dividiendo y diferenciando van perdiendo potencialidad evolutiva, esto es, la capacidad de originar muchos tejidos diferentes; cuando alcanzan el máximo grado de diferenciación quedan circunscriptas a formar un único tipo celular. Por ejemplo, en la tercera semana del desarrollo embrionario humano ocurre el proceso de gastrulación, durante el cual se forman las tres capas germinativas –el endodermo, el mesodermo y el ectodermo–. A partir de ese momento, y siempre en condiciones normales, las células endodérmicas sólo formarán tejidos de ese origen, ya que no tienen la potencialidad de producir tejidos mesodérmicos o ectodérmicos. Estas células progenitoras más especializadas son denominadas multipotentes. Un ejemplo clásico de células multipotentes son aquellas que se ubican en la médula ósea y que dan origen a los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas; son las células progenitoras sanguíneas (Fig. 2).


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Al finalizar el desarrollo embrionario algunas células conservan potencialidad evolutiva, forman parte del tejido al cual pueden dar origen y son multipotentes. Se las denomina células troncales –o progenitoras– de tejidos adultos, para diferenciarlas de las que se encuentran en tejidos embrionarios. Estas células se han descripto tanto en niños como en adultos.
Hasta hace poco se consideraba que las células progenitoras presentes en tejidos específicos de adultos -tales como las sanguíneas o las neurales-, estaban restringidas a dicho tejido. Este paradigma está siendo revisado, ya que existen importantes evidencias que muestran que células progenitoras de adultos obtenidas de un tejido pueden contribuir a formar un tipo celular diferente cuando son expuestas a factores ambientales apropiados.
Se sabe que las células progenitoras embrionarias tienen mayor potencial para dividirse y diferenciarse que las células progenitoras de adultos. Sin embargo, las células embrionarias presentan dos inconvenientes fundamentales para ser útiles en medicina: por un lado, deben obtenerse de embriones humanos, lo que genera importantes conflictos éticos y, por el otro, estas células tienden a diferenciarse espontáneamente en todos los tipos de tejido, lo que hace necesario aprender cómo hacer para que se diferencien sólo en el tipo celular deseado.
Las células progenitoras de la mayoría de los tejidos de los mamíferos se replican -es decir que aumentan su número-, y se diferencian por mecanismos asimétricos: cada célula progenitora origina otra célula progenitora y una célula hija diferenciada. Esta asimetría ocurre a nivel poblacional, no individual, y facilita la respuesta ante cambios fisiológicos, como por ejemplo, la necesidad de mayor producción de glóbulos rojos después de una hemorragia, o de células de la piel luego de quemaduras graves. Durante la división asimétrica las células hijas adquieren diferentes potenciales de desarrollo por la segregación desigual de factores citoplasmáticos o por influencias diferenciales del medio. Los denominados factores de transcripción -proteínas que interactúan con el ADN presente en los cromosomas de la célula- regulan las divisiones asimétricas de las células progenitoras. Cada linaje es controlado por una combinación única de factores de transcripción. Se sabe que existe una compleja interrelación de señales entre las células progenitoras, sus hijas en diferenciación, células vecinas y el nicho o micro ambiente en el que se encuentran; desde 1998 puede hacerse crecer en el laboratorio células progenitoras de origen humano. Para realizar estos cultivos las células se obtienen a partir del macizo celular interno de embriones humanos, o de células tomadas de la región destinada a formar gónadas en fetos nonatos (Fig. 3).


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Existen múltiples razones por las que es importante poder aislar y cultivar in vitro células progenitoras pluripotentes humanas. Estas podrían ayudar a entender los complejos eventos que ocurren durante el desarrollo humano, ya que se sabe que la activación o la inactivación de determinados genes es crucial en este proceso, pero no se conoce casi nada acerca de cuáles son los mecanismos implicados. También el uso de células progenitoras puede cambiar la forma en que se prueban las nuevas drogas farmacológicas, ya que ellas permitirían establecer si el producto en ensayo produce efectos teratogénicos -es decir, si se induce el desarrollo de malformaciones- o no.
Pero quizás la aplicación más importante de las células progenitoras pluripotentes es la posibilidad de generar células y tejidos para ser empleados en terapia celular. En la actualidad se está trabajando profusamente en el tema. Se citan a continuación algunos ejemplos como muestra de lo revolucionario de estos avances (Fig. 4).


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• Se podría inducir tolerancia específica de largo plazo a órganos trasplantados. En este caso se haría un trasplante simultáneo del órgano y de células progenitoras sanguíneas del mismo donante, las cuales generarían células inmunes que, por tener los mismos antígenos de histocompatibilidad que el órgano trasplantado, diluirían la respuesta de rechazo de las células inmunes del paciente.
• Para evitar el rechazo que se produce debido a la reactividad de las células inmunes del paciente, se deben administrar altas dosis de drogas inmunosupresoras, luego de un trasplante hepático. Si se lograra repoblar el órgano trasplantado con células progenitoras del paciente que lo recibe, se disminuiría considerablemente la probabilidad de rechazo.
• La identificación de células progenitoras multi y pluripotentes de islotes pancreáticos -donde se produce, entre otras hormonas, la insulina- está en una fase temprana de desarrollo. El trasplante de páncreas es muy dificultoso, y el de islotes aislados requiere un muy alto número de células viables. Además, las células de los islotes son difíciles de cultivar in vitro, por lo que sería razonable realizar esfuerzos para encontrar las condiciones experimentales en las cuales los islotes sean continuamente generados a partir de células progenitoras.
• Diversos estudios realizados en ratones demostraron que células musculares cardíacas -preparadas a partir de células progenitoras pluripotentes- repoblaron el corazón y trabajaron junto con las células del huésped. Es posible entonces suponer que el trasplante a pacientes con insuficiencia cardíaca crónica de células de músculo cardíaco generadas a partir de células progenitoras podría mejorar el funcionamiento del corazón.
• En una publicación de enero de 2002 se muestra que es factible que células progenitoras embrionarias de ratón se diferencien en neuronas que son luego trasplantadas en el cerebro de ratas. Es decir que el trasplante de células progenitoras multipotentes o células progenitoras de adultos de sistema nervioso central podría servir para tratar enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el mal de Alzheimer.
Otro avance científico revolucionario es lo que se ha dado en llamar clonación o transferencia nuclear somática. Esta técnica consiste en fusionar el núcleo de una célula somática -cualquier célula del organismo, excepto las gametas- con un ovocito -u óvulo- no fertilizado, al que previamente se le extrajo su propio núcleo. Luego esta célula ‘artificial’ es estimulada para que se divida, originando así células totipotentes que, implantadas en un útero, pueden desarrollar un individuo genéticamente idéntico al que donó el núcleo.
Combinando esta técnica con los avances alcanzados con las células progenitoras podría utilizarse una célula somática de un paciente que padezca alguna de las enfermedades que pueden ser tratadas con terapia celular y transferir el núcleo como se explicó en el párrafo anterior. Cuando la célula, luego de ser estimulada, llegue al estadio de blastocisto se podría extraer el macizo celular interno donde se encuentran las células progenitoras embrionarias que se utilizarán para la terapia (Fig. 5).


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Estas células, genéticamente iguales a las del paciente, no provocarían rechazo ya que no serían reconocidas como ajenas por el organismo, y por lo tanto no habría que tratar al paciente con drogas inmunosupresoras que suelen tener importantes efectos tóxicos.
La clonación de embriones humanos como fuente de células es tema de debate en varios sectores de la sociedad, ya que estos embriones son personas en potencia. El británico lan Wilmut, creador de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de células adultas, sostiene que el punto de vista de aquellos que consideran la vida sagrada desde la concepción debe respetarse. En contraposición están aquellos que, como él, consideran al embrión como un conjunto de células insensibles, hasta que llegan a un desarrollo más avanzado. En el año 2000, en Gran Bretaña, se legisló a favor de la clonación terapéutica, pero la idea de la clonación humana con fines reproductivos creció en paralelo y generó un rechazo casi unánime. En otros países, tales como los Estados Unidos, el Estado no puede otorgar fondos para investigaciones con embriones humanos, pero no se prohíben los experimentos que se realicen utilizando dineros privados.
Los trabajos con células progenitoras y los resultados obtenidos hasta el presente generan una enorme expectativa sobre los alcances de estas técnicas y se multiplican las dudas y preguntas que aún no tienen respuesta: ¿se podrán curar realmente enfermedades para las que por ahora no hay solución?, ¿será posible contar con una fuente de células capaces de diferenciarse en el tipo celular requerido?, ¿los trasplantes de órganos pasarán a ser un tratamiento de rutina en los hospitales?, ¿cuáles serán las consecuencias evolutivas de la aplicación de estas nuevas técnicas? La lista de preguntas puede continuar, pero la respuesta a todos estos interrogantes se irá revelando con el paso del tiempo y el a veces lento pero efectivo avance de la ciencia.


Sergio Vianello: Licenciado en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA). Jefe de Trabajos Prácticos en la Unidad del Departamento de Biología Celular, Histología, Embriología y Genética de la Facultad de Medicina (UBA). vianello@mail.retina.ar


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