“La Argentina
es el país con mayor incidencia de Síndrome Urémico
Hemolítico”, afirmó la doctora Leda Giannuzzi, magíster
en Ciencias y Tecnología de Alimentos, durante la conferencia Inocuidad
de Alimentos organizada por el Ministerio de Salud de la Provincia de
Buenos Aires.
Por Ana María Pertierra
Según datos de Epidemiología del Ministerio
en nuestro país se producen más de 300 casos por año
de esta afección en niños entre 6 meses y 5 años
de edad. La especialista, investigadora del CONICET que trabaja en el
CIDCA (Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología
de Alimentos) de la Universidad Nacional de La Plata se refirió
a las enfermedades trasmitidas por alimentos (ETAs) y a su incidencia
en los países en vías de desarrollo.
Los brotes de enfermedades trasmitidas por alimentos registrados en la
Argentina entre los años 2000 y 20002 alcanzan a 82 con 1036 personas
afectadas y 5 muertas. Sin embargo, se considera que en países
en vías de desarrollo, como el nuestro, los brotes de enfermedades
trasmitidas por alimentos superan en cien veces a aquellos que han sido
registrados porque existe un subregistro muy importante. “Los brotes
registrados representan la punta de un iceberg”, ejemplificó
Giannuzzi.
Si bien los máximos responsables de las ETAs son las bacterias
le siguen en importancia las sustancias químicas, los virus y los
parásitos.
Pero, lo que constituye un desafío para nuestro país es
lograr la inocuidad en los productos cárnicos. La infección
causada por Escherichia coli O157:H7 afecta a casi todos los grupos etarios
y se encuentra dentro del grupo de las cepas enterohemorrágicas
causantes de colitis sanguinolentas. La sintomatología recorre
un amplio espectro desde la portación asintomática, la diarrea
acuosa, la colitis hemorrágica y las complicaciones que van desde
apendicitis hasta síndrome urémico hemolítico, caracterizado
por hemólisis intravascular, anemia, plaquetopenia y falla renal.
Según datos del Comité Nacional de Nefrología el
70% de los niños afectados se recuperan favorablemente pero el
20% de ellos requieren trasplante renal. Datos del año 2002 muestran
un índice de 12,2 casos por cada 100.000 niños.
Si bien la carne vacuna con una cocción insuficiente resulta la
principal fuente de contagio, también los lácteos, los jugos
de frutas no pasteurizados, las verduras y el agua contaminada pueden
ser vías de trasmisión de la infección.
El reservorio de estos gérmenes se encuentra en el intestino de
los vacunos pero día a día se descubren este tipo de cepas
en más animales.
Análisis de laboratorio
Características propias del gérmen, tales como ácido
resistencia , la producción de toxinas (verotoxinas o toxina shiga)
y la presencia de factores de adherencia y de virulencia entre otros,
constituyen la base de una batería de pruebas para su aislamiento
e identificación.
“Cada vez se detectan más cepas en diferentes muestras y
eso se debe a que la metodología empleada es más sensible
y sofisticada”, comentó Giannuzzi.
La especialista describió estudios hechos en la Argentina sobre
carne vacuna que demostraron la presencia de cepas STEC ( Escherichia
Coli productora deToxina Shiga) en 16,3 % de las muestras. Y en particular,
mostró los resultados obtenidos por su grupo, trabajando con 100
muestras de morcillas, producto cárnico precocido, obtenidos en
supermercados de marca reconocida.
“Utilizando técnicas de PCR investigamos la presencia de
STEC y las encontramos en el 3% de las muestras”, señaló.
Esto representa un peligro adicional si se considera que este producto
puede ser consumido sin cocción previa y que en muchos casos es
recomendado en la alimentación de niños por su alto contenido
en hierro.
Las técnicas bromatológicas empleadas hoy en día
van desde el aislamiento en medios de cultivo especiales y las pruebas
bioquímicas y serológicas que identifican género
y especie, hasta métodos tan sofisticados como la electroforesis
en campo pulsado que permite determinar la huella digital del microorganismo
e identificar fácilmente un brote y compararla con la de otras
cepas de distintos brotes.
El método de la separación inmunomagnética constituye
una herramienta de mucha utilidad para separar al gérmen del alimento,
en el que se encuentra muchas veces en baja proporción, y también
de otros microorganismos, a modo de método de enriquecimiento.
Por su parte las pruebas de PCR mediante la hibridación con sondas
para los genes que codifican verotoxinas 1 y 2 resultan muy eficaces para
la detección de Escherichia coli O 157.
Tecnología de alimentos
La tecnología aplicada a la inocuidad de los alimentos, desde el
punto de vista bacteriológico, se podría definir como la
mayor cantidad de obstáculos que se interponen al desarrollo bacteriano.
Tratamiento térmico (calentamiento o refrigeración), cambio
del potencial redox del alimento, disminución de la actividad acuosa
mediante el agregado de solutos compatibles, cambios del pH, irradiación
y tratamiento con altas presiones constituyen algunas de las estrategias
utilizadas a la hora de garantizar la seguridad de un alimento.
“Es crítico identificar los factores de riesgo asociados
con la infección asi como cuáles son los alimentos portadores
de las cepas STEC”, enfatizó Giannuzzi y destacó la
importancia de establecer estrategias de prevención para disminuir
el número de alimentos portadores de la Escherichia coli. Si bien
una medida preventiva simple es la de cocinar muy bien el alimento ya
se están ensayando alternativas para erradicar la Eschericia coli
del intestino del animal. La exclusión competitiva está
orientada a actuar en el reservorio natural de la E. coli O157. Para ello
los vacunos deberían consumir probióticos como lactobacillus
acidófilos y así eliminar por competencia bacteriana a la
bacteria patógena.
Sin lugar a dudas, la aplicación de los sistemas HACCP, enfoque
sistemático orientado a identificar los peligros, los puntos críticos
de control y las medida preventivas en toda la cadena de producción
primaria, desde la faena hasta el consumo, representa la garantía
junto a las Buenas Prácticas de Manufactura (GMP) y a los Procedimientos
Operacionales de limpieza y desinfección de la inocuidad en los
alimentos.
“La inocuidad de los alimentos es un derecho del individuo, pero
también es un deber de todos los que estamos vinculados a ellos
en cualquier punto de la cadena productiva”, concluyó Giannuzzi.
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