Es un conjunto de factores
de riesgo vinculados con la resistencia a la insulina. Se asocia con el
desarrollo de diabetes y de enfermedades cardiovasculares. Los componentes
más importantes son la hiperglucemia, la hipertensión arterial,
la hipertrigliceridemia y la obesidad central La prevención más
eficaz resultó ser la dieta y el ejercicio físico. Sugieren
bajar el límite superior del intrevalo de referencia de glucemia
en ayunas a 100 mg/dl.
Por Ana María Pertierra
El riesgo de enfermedad cardiovascular o accidente cerebrovascular
(ACV) es tres veces mayor en personas con síndrome metabólico
que en la población general. Así lo expresó el profesor
Juan José Gagliardino, director del CENEXA (Centro de Endocrinología
Experimental y Aplicada) dependiente de la Universidad Nacional de La
Plata y el CONICET durante el Simposio de Corazón y Diabetes organizado
por la Sociedad de Cardiología de La Plata.
Definido por la OMS, el síndrome metabólico está
presente cuando se da la conjunción de varios factores, entre ellos,
una tolerancia a la glucosa o una glucemia en ayunas alteradas o bien
diabetes, insulinorresistencia, aumento de la presión arterial
por encima de 130/85 mm de Hg, un aumento de los niveles de triglicéridos
superior a 150mg/dl y una disminución de los de HDL colesterol
( menores de 40mg/dl en hombres y de 50 mg/dl en mujeres), obesidad central
( es decir la que se focaliza en la zona del abdomen) y una microalbuminuria
con valores mayores a 20ug/minuto.
“Cada uno de los componentes del síndrome metabólico
tiene un impacto efectivo y negativo sobre el desarrollo de las enfermedades
cardiovasculares”, recalcó Gagliardino.
Si bien la insulinorresistencia o bien la diferente sensibilidad a la
insulina es variable de un individuo a otro y, no podría considerarse
por sí misma un hecho patológico mientras los niveles de
glucemia permanezcan normales, la situación cambia cuando la curva
de tolerancia a la glucosa es anormal.
“Se puede tener insulinorresistencia y no ser diabético”,
dijo Gagliardino y -agregó- sólo va a desarrollarse diabetes
cuando aparezca un defecto en la célula beta del páncreas.
Sin embargo, estudios recientes demuestran que la resistencia a la insulina
no es indiferente respecto al impacto que tiene a nivel cardiovascular
y que es una condición que antecede a la aparición de diabetes
tipo II.
Lo mismo ocurre con la presión arterial. Está probado que
la acción de la angiotensinaII además de aumentar la producción
de radicales peróxidos, estimula la producción de endotelina,
potente vasoconstrictor, e inhibe el efecto de la insulina, entre otros
efectos que conllevan a un aumento de la presión arterial. Pequeños
descensos en los valores de presión arterial modifican marcadamente
la frecuencia de eventos cardiovasculares.
Por su parte la dislipemia incide directamente en la lesión cardiovascular
y tanto en hombres como en mujeres a medida que la relación colesterol/colesterol
HDL aumenta también aumenta la frecuencia de enfermedad coronaria.
“Tanto en pacientes diabéticos como no diabéticos
el tratamiento con estatinas disminuye el riesgo cardiovascular pero lo
llamativo es que el tratamiento es mucho más efectivo en las personas
con diabetes”.
Otro punto relevante es la obesidad central definida mediante el índice
cintura/cadera o bien simplemente por el diámetro de la cintura
que no debe superar los112 cm en los hombres y los 88 cm en las mujeres.
Todo aumento de la masa corporal disminuye la respuesta a la insulina
más aun si existen antecedentes familiares de diabetes.
“Hoy se sabe que la masa adiposa es una glándula poliendocrina
y que la mayoría de factores que produce disminuyen la sensibilidad
a la insulina, como la resistina y la leptina por ejemplo”, explicó
Gagliardino. Además del efecto diabetogénico que se le atribuye
a los ácidos grasos y glicerol liberados en la lipólisis.
Los niveles de microalbuminuria guardan una estrecha relación con
la sobrevida de tal modo que aquellas personas con niveles inferiores
a 150ug/l muestran una sobrevida mayor en 8 años y a medida que
el valor se incrementa la sobrevida baja.
El común denominador de todos estos componentes parecería
ser el estrés oxidativo que produce la acumulación de ciertos
productos tardíos de glucosilación que son irreversibles
porque se fijan a proteínas que no son renovables, como el colágeno
o las proteínas del sistema nervioso, produciendo lesiones permanentes.
Y además induciría la síntesis de sustancias procoagulantes,
vasoconstrictoras y citoquinas. Por otra parte, el aumento en el aporte
de sustancias metabólicas a las células, como es el caso
de la hiperglucemia o la hipertrigliceridemia, aumenta la producción
de radicales libres y pone en marcha mecanismos de compensación
que exacerban vías metabólicas alternativas que como resultado
disminuyen la efectividad de la insulina. La insulinorresistencia se retroalimenta
y se activa la glicosilación no enzimática de proteínas.
Conocer la patogenia para prevenir
El síndrome metabólico es una de las preocupaciones sanitarias
de mayor importancia sobre todo en los países desarrollados y ya
se han ensayado distintas estrategias para corregir los desequilibrios
metabólicos y vasculares.
Algunas medidas preventivas apuntan a reducir el límite superior
de corte de los valores de glucemia. La Asociación Médica
Americana ha tratado de bajar de 110 mg/dl a 100mg /dl el límite
superior del nivel de referencia porque encontraron diferencias significativas
en cuanto a la prevención de diabetes. Y considerar como prediabético,
término argentino que había caído en desuso por discriminatorio,
a los pacientes con glucemias entre 110mg/dl y 126 mg /dl . Esta condición
parece tener un riesgo macrovascular superior entre un 33 % y un 58 %.
Estudios actuales avalan la premisa de que a menor valor de glucemia en
ayunas el riesgo cardiovascular disminuye sensiblemente.
“Hasta el momento no hay, en prevención primaria de diabetes
en población de riesgo, una intervención más efectiva
que el cambio del estilo de vida”, enfatizó Gagliardino.
Estudios llevados a cabo en Chile, Finlandia, Estados Unidos y Europa
demostraron que la estrategia más efectiva, ente el 46% y el 58
%, para prevenir la aparición de diabetes ha sido el ejercicio
físico, asociado a una dieta. El uso de drogas sensibilizantes
de la acción de la insulina, como la metformina, ha mostrado ser
de mucho menor efectividad que la simple actividad física
“La actividad física es un émulo de la acción
de la insulina”, dijo Gagliardino Sin embargo, los especialistas
reunidos en este simposio coincidieron en destacar como primer detractor
de esta terapia a la adherencia por parte del paciente. Y en ese sentido,
reconocieron en la figura del médico al máximo responsable
de este fracaso.
Si bien explicaron que las razones pueden ser varias, destacaron una muy
importante: “La prevención no es una práctica médica
arancelada”, comentó Gagliardino.
El cambio del estilo de vida -agregó- requiere de educación.
En primer lugar, de todos los integrantes del equipo de salud, luego del
paciente y su familia y también de las autoridades responsables
de diseñar las políticas de salud. “En la medida en
que no se establezca una política clara que considere a la prevención
como parte importante de la medicina y que las entidades financiadoras
no la reconozcan como prestación médica rentada este tema
sólo quedará en manos de un pequeño grupo de <quijotes>”,
señaló. |