TRIQUINOSIS
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en la revista “Ciencia Hoy”, Vol. 14 n.º 82, agosto/septiembre 2004, para su difusión a través de FABA-Informa. María
Laura Vignau Aunque en nuestro país el agente causal de la triquinosis animal y humana es la especie Trichinella spiralis, existen otras especies que causan esta enfermedad: Trichinella pseudospiralis y las variedades T. britovi, T. nativa, T. nelsoni, T. murrelli y T. papuae. Las especies pertenecen al tipo Asquelmintos, a la clase Nematodes, al orden Tricúridos y a la familia Triquinélidos. Los adultos de T. spiralis son gusanos muy pequeños que se identifican por tener un esófago glandular con células especializadas denominadas esticositos; los machos miden 1,5 mm y las hembras 3-4 mm (Figura 1). Figura 1- Esquema de una larva infectante de Trichinella spiralis Los caracteres sexuales secundarios de los machos están representados por mamelones copulatrices en el extremo posterior del cuerpo, y las hembras poseen una vulva que se abre a nivel del extremo distal del esófago. Tanto los machos como las hembras parasitan el intestino delgado; las larvas se alojan en los músculos estriados de una gran variedad de mamíferos, incluido el hombre. Trichinella spiralis se transmite por vía oral entre hospedadores y participa de los ciclos predador-presa; se propaga entre animales estrictamente carnívoros o bien omnívoros, y circunstancialmente afecta a herbívoros que ingieren vegetales contaminados con larvas provenientes de cadáveres de animales enfermos. El ciclo biológico de T. spiralis tiene la particularidad de que cada hospedador afectado –cualquiera sea la especie animal–, alojará simultáneamente, durante un lapso determinado, los adultos en el intestino delgado y las larvas infectantes en proceso de migración y/o de enquistamiento en la fibra muscular estriada (Figura 2). Pero T. spiralis siempre necesitará más de un hospedador –ya sea de la misma especie animal o no–, para asegurarse la supervivencia en la naturaleza. La fase intestinal dura de 7 a 10 días; los machos adultos copulan, mueren y son expulsados del intestino con la materia fecal. Las hembras se acomodan en el nicho intestinal atravesando el citoplasma de las células del epitelio y larviponen alrededor de 1.500 larvas totales. Las larvas recién nacidas atraviesan la lámina propia de las vellosidades intestinales, penetran los capilares y/o los vasos linfáticos, y alcanzan la circulación sanguínea por la vena porta hepática o la vía linfática por el canal torácico. Posteriormente las larvas son distribuidas por los capilares y llegan a los músculos para su localización definitiva; algunas no inician el enquistamiento y vuelven a circular nuevamente en los vasos linfáticos y la sangre venosa. En este proceso, que dura alrededor de 24 horas, algunas larvas quedan retenidas en el hígado, pulmones, cerebro, corazón y morirán sin enquistarse (Figura 3). Figura 3 Esquema del nicho intestinal de Trichinella spiralis. Se observa una hembra de Trichinella spiralis instalada entre las células del epitelio columnar del intestino delgado del huésped, pronta a parir larvas. Las larvas con capacidad infectante se enquistan en los músculos mejor irrigados, como por ejemplo el diafragma, los maseteros, los músculos de la base de la lengua, los intercostales, los bíceps o los tríceps. Son intracelulares, miden aproximadamente 100 micrómetros (1 micrómetro = 1 milésima de mm) al nacer y llegan a medir 1 mm al completar el proceso de enquistamiento en la fibra muscular. A diferencia de la mayoría de los parásitos intracelulares –por ejemplo Toxoplasma gondii, Trypanosoma cruzi o Leishmania braziliensis–, las larvas de T. spiralis no matan a la célula hospedante, sino que inducen importantes modificaciones para producir una unidad anatómicamente independiente y muy especializada llamada célula nodriza. La transformación de la célula muscular en una célula nodriza implica el reemplazo de todos los componentes musculares específicos –filamentos de actina y miosina– por espirales de membrana lisa y el agregado de mitocondrias parcialmente disfuncionales, el alargamiento del núcleo y desarrollo del nucleolo, la hipertrofia del glicocálix –que es una cubierta de mucopolisacáridos que protege la membrana celular propiamente dicha–, y la formación de una nueva red vascular en torno de dicha cubierta. El proceso se completa en aproximadamente 20-28 días; las larvas viven enrolladas en el interior del quiste, realizando movimientos lentos de atrás hacia delante en la región central del citoplasma. Las larvas enquistadas son infectantes durante varios años, dependiendo de la especie animal afectada; por ejemplo, en el cerdo lo son durante toda la vida del animal, ya que experimentalmente se demostró que sobrevivían hasta cuatro años. Las larvas pueden inclusive sobrevivir aproximadamente cuatro meses en carne cruda de cerdo en proceso de putrefacción. Esto tiene singular importancia debido a que en nuestro país el origen de los casos de triquinosis humana está siempre asociado con la ingesta de carne de cerdo mal cocida o cruda. Los músculos de cerdo donde puede haber mayor carga larval son el diafragma, los de la base de la lengua, los maseteros, los intercostales y los abdominales. En el hombre las determinaciones post-mortem indicaron que las larvas se alojan principalmente en el diafragma, los intercostales, los tríceps y los músculos del ojo. En algunos países se efectúa la biopsia del deltoides para confirmar la triquinosis humana. En nuestro país se han encontrado quistes musculares de T. spiralis en diferentes animales salvajes: jabalí (Sus scrofas), ratas (Rattus rattus), peludo (Chaetorphractus villosus), puma (Felis concolor) y en animales domésticos: cerdos, perros, gatos y caballos. El jabalí y el cerdo son los portadores que desempeñan un papel fundamental en la epidemiología de la triquinosis humana en la Argentina; la rata representa el principal vehículo en las explotaciones donde los cerdos son alimentados con residuos de cocina, restaurantes y mataderos, o cuando se crían cerdos cerca de basurales. Los cadáveres de ratas infectadas suelen contaminar las fuentes de alimento de los cerdos y el hombre completa el círculo al comer la carne de cerdo sin la cocción adecuada. En los últimos 10 años hubo entre 5 y 32 brotes –o casos– humanos por año, con una tendencia declinante hacia el año 2000; el número coincide siempre con el de focos porcinos denunciados anualmente –entre 8 y 92–, es decir que se producen más brotes humanos cuando más focos porcinos se detectan. Por otro lado, países como Francia e Italia poseen un historial de brotes humanos asociados con el consumo de carne de caballo cruda o mal cocida. Se han enunciado dos hipótesis que tratan de explicar de qué manera los caballos adquieren la triquinosis: los caballos comerían restos de cadáveres de roedores parasitados con T. spiralis junto con los pastos y/o algunos animales serían alimentados con mezclas de contenido proteico animal contaminados con larvas infectantes. Debido al recrudecimiento de la enfermedad, ambos países han modificado los protocolos para inspección de carnes importadas de localidades donde la incidencia de la enfermedad humana y animal es elevada. Los cerdos no presentan síntomas propios de la triquinosis, excepto aquellos animales inmunodeprimidos infectados experimentalmente con cargas larvales muy elevadas, por ejemplo 100.000 larvas/gramo. Los síntomas clínicos en el hombre durante la fase intestinal del ciclo biológico de T. spiralis son: anorexia, náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. Fiebre, edemas facial bilateral y periorbitario, conjuntivitis, dolores musculares, trastornos cardíacos y dificultades respiratorias aparecen en las fases migratoria y de enquistamiento larval. En realidad, una mínima proporción de las infecciones se manifiesta clínicamente; los síntomas enunciados están relacionados con la ingestión de un número importante de larvas enquistadas. El período de incubación dura cerca de 10 días, con variaciones extremas de 1 a 43 días. El análisis de sangre indica valores anormalmente elevados de enzimas musculares, tales como la creatín-fosfoquinasa y láctico deshidrogenasa, y una marcada eosinofilia –aumento de las células denominadas eosinófilos–, entre un 20 y un 50 por ciento. En las formas graves aparecen manifestaciones neurológicas –fotofobia, vértigo, afasia, convulsiones, meningoencefalitis y hemiplejía– así como trastornos cardíacos y respiratorios. En los brotes epidémicos la mortalidad se encuentra por debajo del uno por ciento y en general está asociada con la demora en el diagnóstico y en la administración de un tratamiento adecuado La convalecencia, que se inicia a las 5-6 semanas de la ingestión de alimentos infectados, puede transcurrir con pérdida de peso, alteraciones auditivas, disfonía y rigidez muscular. En las personas que presentan formas graves de la enfermedad hay manifestaciones de esta a largo plazo: incluso hasta 10 años después pueden observarse dolores musculares generalizados, alteraciones oculares y neuropatías. Las técnicas que se usan para detectar larvas de T. spiralis son la triquinoscopía y la digestión artificial. La primera, que permite identificar las larvas de T. spiralis enquistadas, consiste en examinar pequeñas muestras de carne fresca. Para tomar muestras de la res el músculo de elección es el diafragma, en particular los pilares, en la zona de transición entre la parte muscular y tendinosa; las muestras, del tamaño de un grano de avena –5 mm x 1 mm– son prensadas entre dos compresores de vidrio y observadas en un estereomicroscopio. La técnica de elección según el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA) debe ser la digestión artificial. Así, trozos de diafragma –vulgarmente conocido como entraña–provenientes de animales sospechosos son sometidos a una digestión enzimática in vitro –se usa la enzima pepsina– en una solución acidificada por ácido clorhídrico. Este proceso permite recuperar e identificar larvas desenquistadas, y es la técnica de elección por ser más sencilla y más confiable (Figura 4). Se usa especialmente para el control de reses porcinas, ya que es en el matadero o en el frigorífico donde existe la posibilidad de tomar muestras de los músculos del animal; se explora sólo el diafragma según las instrucciones del SENASA. Toda muestra positiva, aun aquellas en que se detecte una sola larva, debe ser denunciada. Actualmente se usa un ensayo serológico, denominado ELISA, para detectar anticuerpos en cerdos durante una selección preliminar de posibles positivos. Según investigaciones recientes los anticuerpos específicos contra T. spiralis detectados por el test de ELISA, se mantienen en el cerdo durante 100 días post-infección. Debido a que las larvas comienzan a ser infectivas entre los días 17 y 21 post-infección, los resultados del test de ELISA previos a este tiempo deben ser considerados falsos negativos. El análisis por el test de ELISA en el frigorífico es inaceptable, ya que no es posible conocer el momento en que se infectaron los animales que se destinan a faena. En caso de detectarse una muestra positiva, el profesional debe comunicarlo en forma inmediata al área de Bromatología Municipal para que se controle el destino final de la res faenada y se investigue el foco porcino. Las autoridades sanitarias en la provincia de Buenos Aires con poder de policía son el Ministerio de Asuntos Agrarios –que recibirá el alerta enviado por la Dirección de Bromatología Municipal–, y las autoridades locales del SENASA, organismos que realizan las pesquisas correspondientes y aplican las normas sanitarias vigentes. Los servicios municipales, o aquellos integrados a establecimientos faenadores, deben también realizar la denuncia a los organismos citados. La confirmación de casos de triquinosis humana se realiza de rutina mediante la técnica serológica de Inmunofluorescencia Indirecta. En estos casos corresponde la notificación obligatoria al Ministerio de Salud de la provincia correspondiente por intermedio de la Dirección de Salud Municipal, de acuerdo con la ley 15.465, decreto 2771/79, de denuncia obligatoria de enfermedades (Figura 5). Cómo controlar la triquinosis El cerdo es utilizado con frecuencia en el ámbito rural o periurbano como medio de subsistencia; criado en forma precaria, sin control sanitario y alimentado con residuos acopiados a la intemperie en ambientes de fácil acceso para roedores y otros animales silvestres. La cría de cerdos en condiciones higiénico-sanitarias adecuadas previene la triquinosis porcina y por lógica consecuencia la enfermedad en el hombre. Los animales alimentados con productos balanceados y criados en condiciones de estricta higiene, bajo supervisión profesional, difícilmente adquieran la enfermedad. Los casos de triquinosis humana se asocian frecuentemente al consumo de carne de cerdo mal cocida, sobre todo de chacinados de origen casero. Sabemos que la faena domiciliaria es habitual entre la población rural; la gente de campo acostumbra durante la temporada invernal a preparar sus embutidos y chacinados en forma artesanal. Uno de los productos más tradicionales en el país es el chorizo seco, el cual se elabora con una mezcla de carne cruda de cerdo y de vaca y se deja secar por aproximadamente 30 días. Las bajas temperaturas del invierno facilitan la manipulación de la carne e inhiben los procesos de putrefacción por proliferación bacteriana. Estos productos son conservados en galpones aireados y oscuros, para luego ser consumidos durante todo el año. Por lo general, los chacinados se comercializan en forma ilegal; en la mayoría de los casos la carne de cerdo usada para la elaboración no fue sometida al proceso de digestión artificial, lo cual resulta obviamente peligroso para la salud. La triquinosis en humanos puede evitarse si se consume carne de cerdo bien cocida –a 60 °C por lo menos– de manera que el centro del trozo no exude jugo y el calor haya llegado uniformemente a todas las capas de fibras. Además, toda carne de cerdo destinada a consumo humano debe haber sido inspeccionada previamente mediante las técnicas de diagnóstico directo que certifiquen que es carne libre de larvas de T. spiralis. Lecturas sugeridas • “Conclusiones y Recomendaciones” del 2do. Taller Internacional de Trichinellosis animal y humana, BuenosAires, 2001. • Programa de Control de la Triquinosis, Informes 2000-2002, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de la provincia de Buenos Aires • SOULÉ C, DUPOUY-CAMET J, 1991, La Trichinellose: une zoonose en évolution, OIE, Francia. • VIGNAU ML, VENTURINI LM, ROMERO JR, 2001, “Diagnóstico de Triquinosis”, Parasitología práctica, UNLP, La Plata, pp.124. Información actualizada, artículos científicos y de divulgación en: - Foro sobre actualización en Triquinelosis, 2002: www.inta.gov.ar/producto/helminto - The Trichinella Page@: www.trichinella.org - Centro de Referencia Internacional de Triquinosis: www.trichi.iss.it Por cuestiones de espacio se han eliminado los cuadros sobre “Legislación vigente” y “Conclusiones y recomendaciones del segundo taller de triquinelosis animal y humana” que se pueden consultar en la cita del artículo original. |