Las campañas de prevención del sida
son en general efectivas para instalar el tema en la agenda social pero
insuficientes, poco sistemáticas y limitadas a la hora de modificar
conductas de riesgo. Esa es la opinión de algunos especialistas
en salud y comunicación consultados con motivo de celebrarse el
Día Mundial de Lucha Contra el Sida.
De acuerdo con las últimas estadísticas del programa ONUSida
difundidas la semana pasada, en Argentina las personas que viven con el
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) son unas 130 mil.
El 80 por ciento de los infectados, contrajo el virus por vía sexual,
de manera que el Vih afecta, principalmente, a la población más
joven y sexualmente activa.
ONUSida estima que el 65 por ciento de las infecciones por el Vih se concentra
en la capital federal y provincia de Buenos Aires, de los cuales un 10%
de los casos bonaerenses corresponden a nuestra ciudad, a pesar de que
los investigadores coinciden en que la mayoría de los jóvenes
sabe qué es el Sida, cómo se transmite y cuáles son
las pautas básicas para prevenirse.
No obstante, sostienen que entre la información y la acción,
median cuestiones subjetivas que exceden a las campañas mediáticas
y que un programa serio de prevención, tiene que prevalecer en
el tiempo, presentar coherencia en los mensajes e incluir acciones concretas
que trasciendan a los medios de comunicación.
VOCES DISCORDANTES
“Las campañas no son tan poderosas como se suele pensar”,
afirmó la socióloga Mónica Petracci, autora de “Feliz
Posteridad. Cuatro estudios de opinión pública sobre el
Sida”. “La relación entre la información y el
cambio de comportamiento nunca es directa y está mediada por los
deseos y la subjetividad de cada uno”, precisó.
Directora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y profesora
en la orientación en publicidad en la carrera de Comunicación
Social de la UBA, Petracci afirmó que las campañas de prevención
son una contribución importante para la modificación de
conductas de riesgo, pero no debe ser la única.
“La comunicación mediática por si sola no alcanza
-continuó la investigadora- , tiene que estar en combinación
con la comunicación directa, cara a cara, a través de la
sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y la escuela”.
Algo similar señaló el director general de la Coordinación
Sida del gobierno porteño, Claudio Bloch, para quien la transmisión
del VIH “no es una cuestión de conocimiento, sino de cambios
de conductas muy privadas”.
Bloch identificó tres líneas de trabajo en la ciudad: la
instalación del uso del preservativo y su distribución efectiva,
la estimulación del testeo y la difusión de mensajes coherentes
en la instalación del tema.
“La modificación de conductas requiere de un accionar muy
sistemático y es muy difícil de medir”, dijo Bloch,
quien agregó que una estrategia de autodefensa muy frecuente, es
pensar que el Vih es un problema de los otros “y a mi no me puede
pasar”.
“Uno nunca se siente parte del colectivo social al que apelan los
mensajes publicitarios”, sintetizó Bloch, quien comentó
que por eso, a las campañas masivas deben ser seguidas por otras
que apunten a segmentos específicos de la población, con
mensajes bien claros, interpelaciones directas y alternativas de acción.
Fuente: Diario El Día |