Quien no espere lo inesperado, no
será capaz
de detectarlo. Heráclito
Por mucho tiempo hemos aceptado
el viejo refrán que dice que “prevenir es mejor que curar”
...Ojalá que [las] preguntas diarias cambien de ¨¿cuál
es
el tratamiento?” a “¿cuáles son las causas?”,
y “¿si es evitable, entonces, porqué no ha sido evitada?”
John A. Ryle. El
desafío
de la epidemiología. OPS. 1989.
Horacio Micucci
Parece necesario analizar el reciente siniestro del local
Cromagnon desde el ángulo de la prevención
y la seguridad ante catástrofes.
Se ha escuchado decir en estos días que no hay legislación
ni acción que valga ante un imprevisto como el de que alguien encienda
una bengala donde no debe hacerlo. Pero es necesario decir que, por ejemplo,
un plan preventivo debe contemplar, precisamente, las actitudes imprevisibles
de un niño o de un adolescente.
En los estudios de seguridad en el trabajo existen dos formas de ver un
accidente. Una dice que el accidente es consecuencia de un hecho fortuito
que provoca una lesión física o síquica en las personas.
Se lo considera fruto del azar y poco queda por hacer. Quienes piensan
así creen que el siniestro
es inevitable (es el argumento del fatalismo o del riesgo intrínseco
a la labor desarrollada). A lo sumo, y esto es lo grave, en esta concepción
la víctima suele ser responsabilizada del accidente por impericia
o negligencia (llamada legalmente “imprudencia temeraria”)
que lo lleva a cometer “actos inseguros”. Tanto es así
que a esta concepción se la ha llamado “ideología
del acto inseguro”
Pero existe otra concepción de la seguridad en
el trabajo. Aquella que dice que el accidente es producto de condiciones
de trabajo que se deterioran primero lentamente, luego más rápidamente,
para desembocar en un accidente con lesiones. Y aquí aparecen causas
a veces alejadas del hecho y responsables distintos a la víctima.
La segunda concepción, además, hace epidemiología
del accidente. No se queda en el hecho individual, analiza qué
tipo de accidentes le ocurren a qué tipo de personas, en qué
lugar y en qué momento, para descubrir - en la multitud de causas
y efectos que se concatenan - las razones por las cuales el siniestro
o accidente se produce
y porqué afecta más a determinados grupos
sociales que a otros.
Todo lo anterior puede extenderse al tratamiento
de desastres y catástrofes. ¿Se dirá que no se podía
prever el Tsunami reciente en Asia?. Es posible que no se pudiera prever
el inicio pero hay detectores que hubieran permitido reducir enormemente
los efectos. Ciertos detectores avisan con varias horas de anticipación.
Japón los tiene. Sin embargo hasta seis horas después del
inicio hubo efectos evitables en costas alejadas del epicentro. Es probable
que cientos de miles de victimas pudieran haberse salvado.
Mucho más previsible es lo ocurrido en Cromañón.
Veamos.
En todo plan de seguridad pública ante accidentes hay, primero,
hipótesis de desastres posibles. De la misma manera que en el plano
militar hay hipótesis de conflicto. Estas hipótesis se tejen
analizando la probabilidad de que un hecho se produzca y la gravedad de
sus consecuencias. Es lo que se llama “Análisis de Riesgo”.
Una vez que se han analizado las catástrofes posibles, deben existir
tres fases a planificar:
1. Fase de prevención.
Destinada a evitar que el siniestro ocurra.
2. Fase de acción en la emergencia.
Destinada a actuar si, a pesar de lo anterior, el siniestro ocurre, para
que las consecuencias sean
lo menos graves posibles. Tiene el objetivo de disminuir el número
de víctimas actuando con rapidez, con un plan previo, y con el
personal y los medios técnicos médicos y no médicos
necesarios.
3.Fase paliativa.
Destinada a paliar los daños morales y materiales en las víctimas.
Incluye la reconstrucción y la rehabilitación.
Además, en una concepción ampliada de Acción frente
a siniestros, se intenta integrar al personal profesional (desde los bomberos
hasta el personal sanitario), con la defensa civil organizada y la acción
en el lugar de la población, que actúa solidaria y “espontáneamente”
(pero con un cierto “entrenamiento previo”).
Establecido un siniestro como hipótesis ya se saben muchas de las
consecuencias del mismo, si ocurre. No hay excusa para la imprevisión.
Se sabe que tanto en un terremoto como en un descarrilamiento de trenes
va a haber un alto número de traumas y contusiones y que en una
inundación habrá un menor porcentaje de los mismos, y esto
será tenido en cuenta para prever la fase de acción en la
emergencia. Asimismo tanto en un terremoto como en una inundación
debe preverse, en la fase paliativa, que habrá numerosas personas
que se quedarán sin vivienda y este problema se debe resolver con
rapidez. Lo mismo respecto a las posibles epidemias posteriores, como
se advierte hoy en el sudeste asiático.
Vayamos al caso de Cromagnon.
Cabe preguntarse si hubo adecuadas hipótesis de siniestro. Cada
semana esto se puede repetir en estadios de fútbol, trenes y subterráneos
en horas pico, etc.. Lo raro no es que haya ocurrido sino que no pase
más frecuentemente. Por lo tanto debieron preverse las fases a
que se ha hecho mención más arriba.
Muchas de las inspecciones que se están realizando en la Ciudad
y la Provincia de Bs. As. confirman que hubo carencias en la fase preventiva:
• Por lo general las construcciones tienen muchos materiales combustibles
inadecuados, no hay luces de emergencia, faltan matafuegos para los distintos
tipos de combustión posibles (fuegos A, B, C, etc.), faltan salidas
de emergencia, no hay señalizaciones de vías de escape adecuadas
y fluorescentes para que se vean en un corte de luz (que se efectúan
sistemáticamente en casos de incendio). Las salidas de emergencia
suelen estar cerradas para evitar el ingreso sin pagar. Pero esto no ocurre
sólo aquí. También se ha advertido lo mismo en subterráneos,
trenes, supermercados, etc.
• La legislación exige que la capacidad no supere una persona
por metro cuadrado libre. La habilitación de Cromagnon era para
1031 personas
y parece estar demostrado que había más de 3.000 con la
consiguiente saturación de salidas de emergencia e incremento del
riesgo. Se afirma que es frecuente la sobreventa de entradas. Se ha conocido
por los medios de comunicación que ciertos empresarios sostienen
que cumplir la reglamentación les daría “pérdidas”.
Si esto es cierto se ha elegido, entonces, cambiar riesgo de pérdida
de dinero por riesgo de pérdida de vidas.
• Se dice que es frecuente que no funcione el sistema de ventilación
para que el calor obligue
a consumir bebidas. Además cierto consumo de drogas produce sed.
Una periodista del Canal 26
de Multicanal informó, como cosa conocida, que en muchos sitios
de este tipo se corta el agua corriente para que los asistentes compren
botellas de agua
a cinco pesos, el mismo precio de la cerveza, cinco veces el real.
• Y ligado a lo anterior: se calcula que el ingreso
por venta de bebidas duplica al de las entradas.
Con 3000 personas se habrían obtenido esa noche, a 15 pesos la
entrada, $ 45.000.- (15.000 dólares)
y aproximadamente $ 90.000.- (30.000 dólares)
por venta de bebidas. Una empresa que había sido llamada, hace
algún tiempo, para poner el local
en condiciones declaró que hizo un presupuesto
de 17.000 pesos (unos 6.000 dólares) y no fue aceptado. Si esto
fuera cierto evitar el siniestro hubiera significado, entonces, una cifra
próxima
a la octava parte del ingreso bruto estimado
de esa noche.
• Como agregado funcionaba como guardería de niños
el baño de mujeres, que además, en palabras del Ministro
del Interior a Radio Mitre, era un lugar “bochornoso”.
Hubo deficiencias en la Fase de acción en la emergencia que debieron
planificar y ejecutar las autoridades, sin que esto signifique menoscabar
la repetida capacidad solidaria, heroica, de la población y una
acción también heroica y sacrificada del personal sanitario
y de rescate. No hubo acción estatal inmediata y con medios adecuados.
En un incendio muchas victimas sufren asfixia. Es más, antes de
quemarse, se mueren asfixiadas. Parece haber habido insuficientes rescatistas
profesionales con equipos antigás de presión positiva y
con ropa antiflama. La muerte de por lo menos dos voluntarios civiles
después de varios rescates demuestra errores operativos, con reingreso
de personas al lugar del evento.
El Sistema de Salud colapsó, hecho que fue reconocido, en TV, por
médicos y directivos de Hospitales. Sin embargo debe advertirse
que un desastre con este número de accidentados puede
repetirse cada domingo en las canchas, en un accidente de trenes de las
horas pico, en subterráneos, etc..
No hubo una acertada integración de los equipos profesionales de
rescate, bomberos, policía con la Defensa Civil y la actuación
de la población ante desastres. La preparación de la población
se efectúa desde la educación de los niños y jóvenes
en simulacros de siniestros posibles en las escuelas, colegios, universidades,
etc. o con los trabajadores en sus áreas de labor diaria. Está
claro que si esto se realizara sistemáticamente habría revisión
periódica de las condiciones de lugares de trabajo y estudio. Además
la educación de la población le haría advertir la
peligrosidad del material pirotécnico y la inconveniencia de usarlo
en determinadas circunstancias.
Hubo errores graves en la Fase paliativa.
Se impulsó a los familiares a recorrer por su cuenta hospitales,
sin ayuda organizada, buscando a parientes y amigos y sin asistencia estatal.
Como
se habrá visto no hubo apoyo material para los familiares (agua,
baños, comida, transporte, etc., todas cosas relativamente fáciles
de resolver). Esto no sólo debió existir por una acción
humanitaria. Sucede que así se arrojó a los familiares hacia
el personal sanitario, en días feriados con personal administrativo
mínimo, complicando aún más la situación.
Se debió centralizar la acción, en lo posible, de manera
veloz. Si el recorrido de los familiares fuera en ciertas situaciones
inevitable, debió efectuarse en vehículos colectivos, con
personal responsable de gestión en cada uno de ellos, para no complicar
la acción sanitaria. Es un verdadero disparate técnico que
personas recorran salas de terapia intensiva de manera desorganizada y
caótica. Por ellos y por los enfermos que se encuentran allí.
Se podría seguir. La ciencia sirve para desenmascarar las falsas
apariencias y descubrir las esencias. Si el sol no pareciera girar alrededor
de
la tierra, Galileo no hubiera pasado a la historia al demostrar que es
la tierra la que gira alrededor
del sol.
Pero la ciencia sólo puede servir al hombre si el sistema político
lo posibilita.
Y el que nos ocupa no es un problema científico.
Es un problema político.
La política es la ciencia, para la ubicación de las causas,
y el arte, para la ejecución práctica de las medidas, que
tiene por objeto hacer posible lo necesario. Y lo necesario es establecer
las políticas de prevención adecuadas para evitar situaciones
lamentables como las que nos ha tocado vivir.
Fundación
Bioquímica Argentina  |