Importante
aporte de investigadores de la Fundación Favaloro
Hallan un marcador bioquímico para evaluar
la urgencia de un trasplante hepático |
Demuestran
que la hiponatremia es un excelente predictor de sobrevida en pacientes
con cirrosis avanzada. Ayuda a precisar la gravedad de los pacientes que
necesitan un órgano de reemplazo.
Por Ana María Pertierra
Un grupo de especialistas en trasplante hepático
e investigadores de la Unidad de Hígado de la Fundación
Favaloro, dirigido por el doctor Andrés Ruf, demostró que
el nivel plasmático de sodio en los pacientes cirróticos
es una variable que permite optimizar el criterio de asignación
de un órgano entre los pacientes que esperan por un trasplante.
De este modo un análisis de rutina se convierte en un efectivo
indicador de sobrevida para aquellos pacientes que se encuentran en lista
de espera para recibir un hígado.
Este estudio buscó mejorar un modelo aplicado en los Estados Unidos
desde 2002, llamado MELD (Model for End-stage Liver Disease), considerado
hasta ahora el indicador más objetivo para medir el riesgo de muerte
de los pacientes cirróticos que se encuentran en lista de espera
para un trasplante. Y a su vez contar con una herramienta más eficaz
para poder determinar el orden de prioridad dentro de la lista a la hora
de asignar la donación de un órgano.
El hallazgo argentino fue recientemente publicado en la revista Liver
Transplantation y tuvo tanta repercusión en la comunidad científica
internacional que en la reunión anual americana de especialistas
en trasplante hepático se propuso incluir el dosaje del sodio en
la valoración de los pacientes.
La cruda realidad muestra que es mayor la cantidad de receptores que de
dadores de órganos. La preocupación de los especialistas
se orientó a establecer un criterio de prioridad en la lista de
espera que atienda a la gravedad de la enfermedad.
“La medicina moderna debe estar basada en la evidencia”, dijo
en diálogo con Faba-Informa el doctor Andrés Ruf, investigador
principal del estudio. Y -agregó- hasta hace poco tanto en la Argentina
como en el mundo, el criterio de prioridad para un trasplante hepático
era el tiempo transcurrido en la lista de espera. Sin embargo, diferentes
trabajos demostraron una mejor forma de evaluar el riesgo de mortalidad
que tienen los pacientes que esperan por un trasplante. Un grupo de expertos
de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesotta arribó a una
ecuación matemática en la que se incluían los valores
de la bilirrubina total, la creatinina y el tiempo de Quick (como INR)
y obtuvo un excelente índice pronóstico al que llamó
Modelo para Enfermedad Hepática Terminal (MELD, por sus siglas
en inglés)
“Nosotros probamos qué pasaba si a esa fórmula matemática
se le incluía otra variable, la del sodio sérico y vimos
que mejoró considerablemente la eficacia del modelo”, explicó
el especialista de la Fundación Favaloro, que remarcó la
importancia de introducir un elemento objetivo en la evaluación
del paciente para eliminar la subjetividad de los especialistas en la
valoración de los parámetros clínicos como la ascitis
y la encefalopatía.
Los investigadores argentinos calcularon el valor del MELD de 262 pacientes
con cirrosis y en lista de espera entre junio de 1995 y enero de 2003
de la manera convencional. Luego, agregaron el valor del sodio y observaron
que la incorporación de este último biomarcador aumentaba
en un 10 % la precisión del riesgo de mortalidad a corto plazo.
Encontraron una relación directa entre la mortalidad dentro de
los tres meses y la hiponatremia: 63 % de los pacientes que habían
muerto tenían un nivel de sodio inferior a 130 mEq/l.
El MELD puede tomar valores que van desde un mínimo de 6 a un máximo
de 40. “Tener 30 de MELD significa tener una chance de morirse alrededor
del 50%”, sostuvo Ruf, y -señaló- en el grupo de pacientes
que estudiamos con un MELD entre 25 y 29, la chance de morir era tan baja
como 25 % cuando el paciente tenía un sodio sérico normal
y subía al 66 % cuando el sodio era bajo.
¿ Por qué pensamos en el sodio como indicador?, se preguntó
el especialista. La complicación más frecuente que presentan
los pacientes que esperan un hígado -justificó- es la aparición
de ascitis, la acumulación de líquido en la cavidad abdominal
causada por la retención renal de sodio y agua, un marcador subjetivo
de la gravedad de la enfermedad. Y ese estado evoluciona hacia la insuficiencia
renal y a la muerte. Pero antes de que eso ocurra hay una situación
que se llama hiponatremia dilucional que es la consecuencia de una hipersecrección
de la hormona antidiurética que se encuentra descontrolada por
los cambios hemodinámicos del paciente. El 30 % de los cirróticos
con líquido en el abdomen tiene hiponatremia dilucional con valores
menores a 130 mEq/l y tan bajos como 115.
Situación en la Argentina
Actualmente en nuestro país hay 297 pacientes que están
esperando un hígado para trasplante. Anualmente se hacen 190 trasplantes
con donante cadavérico, evidencia concreta que el factor limitante
para esta situación es la escasez de donantes.
El criterio vigente hasta ahora para la asignación de órganos
establecido por el Incucai es el tiempo que el paciente transcurre en
la lista de espera. Esa lista tiene tres categorías: electiva,
urgencia y emergencia. En emergencia están los pacientes con hepatitis
fulminante que requieren de un trasplante en horas porque si no mueren.
Sólo hay en esa situación 1 o 2 pacientes. En la urgencia
se ubican los cirróticos que tengan un valor de bilirrubina total
igual o mayor a 8 mg %, de cretinina 1,70 mg % y un tiempo de Quick inferior
al 35 %, si la afección es hepatocelular. Si la enfermedad es colestática
la bilirrubina tiene que alcanzar a 20 mg% y el tiempo de Quick ser menor
a 60 %. Actualmente en esta categoría se encuentran de 5 a 7 pacientes
El resto, la gran mayoría de enfermos crónicos del hígado,
pertenece a la categoría electiva y en ella tienen prioridad según
el tiempo en lista de espera.
“Esta clasificación se hizo en forma empírica”,
señaló Ruf . Sin embargo, y a la luz de la evidencia científica
actual, el Incucai comenzará a aplicar a mediados de este año
el modelo MELD para categorizar la gravedad de los pacientes que esperan
por un trasplante.
De acuerdo al estudio el sodio sérico como la bilirrubina, el INR
y la creatinina son análisis de laboratorio cuantitativos, standarizados,
reproducibles y fácilmente accesibles que constituyen la evidencia
objetiva en la evaluación de la gravedad del enfermo.
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