Recuperación
de hongos en hemocultivos
María Fernanda Zuiani
& Amadeo Javier Bava
Subprograma Micología del PEEC de Fundación
Bioquímica Argentina y Cátedra de Micología &
Parasitología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP.
La presencia de hongos en la sangre recibe el nombre de
funguemia y los hemocultivos constituyen una herramienta de gran valor
en el diagnóstico de las mismas. A pesar de los adelantos logrados,
cerca del 50% de los procesos infecciosos de probada etiología
fúngica, diseminados por vía hemática, quedan sin
diagnóstico con los métodos actualmente disponibles (1).
Datos recientes sugieren un aumento significativo del número de
fungemias. Mientras que en el pasado sólo unas pocas especies del
género Candida eran esporádicamente recuperadas de los hemocultivos,
ha habido un reciente incremento cualitativo de los aislamientos. Desafortunadamente,
aún con la aplicación de los métodos disponibles
más efectivos, muchos pacientes con enfermedades fúngicas
diseminadas, graves y que ponen en peligro sus vidas, poseen hemocultivos
negativos para hongos. Esto obliga a la administración de un tratamiento
antifúngico empírico, provisto de múltiples inconvenientes,
entre ellos, la imposibilidad de llegar al diagnóstico de certeza,
la exposición a los eventuales efectos tóxicos del mismo
y a la inevitable selección de cepas resistentes (2).
Entre las especies emergentes se encuentran los hongos dematiáceos,
las especies de Candida diferentes de C. albicans, Fusarium, Malassezia
y Zygomycetes, Trichosporon cutaneum(beigelii), Cryptococcus neoformans
e Histoplasma capsulatum. Su recuperación ocurre por lo general
a partir de hemocultivos de pacientes inmunocomprometidos, en los cuales
las micosis son sumamente graves y la diseminación hemática
es la regla. Sumado a ello, surge en el presente la aparición de
cepas resistentes a los antifúngicos actualmente en uso, cuyo reconocimiento
requiere de pruebas de susceptibilidad antifúngica “in vitro”
(3).
El uso de la metodología de detección de bacteriemias se
ha extendido al diagnóstico de funguemias. Hoy se cuenta con algunas
variantes para la recuperación de patógenos fúngicos
de la sangre, no obstante queda por determinar si las variables aplicadas
para incrementar la eficacia de estos métodos sobre la recuperación
de las bacterias influyen de igual manera sobre los hongos. Es probable
que los factores críticos tales como el volumen de sangre cultivado
y la relación entre el volumen de sangre cultivada y la de medio
de cultivo, también influyan sobre el aislamiento de los hongos.
En la práctica diaria, el rocesamiento de los hemocultivos puede
llevarse a cabo de forma manual o automatizada. El procesamiento manual
de los hemocultivos se realiza en botellas conteniendo medios de cultivo
líquidos o bifásicos, y la detección de los microorganismos,
se realiza a través de la observación de turbidez, hemólisis,
presencia de gas, de velo, de colonias, etc.
Las técnicas de laboratorio empleadas en la recuperación
de hongos de la sangre ha evolucionado desde la época en que sólo
se contaba con medios bifásicos (del tipo frascos de Castañeda),
preparados en forma casera.
Una variedad de medios son empleados con éxito para el desarrollo
de hongos en los hemocultivos, entre los cuales se encuentran los caldos
de Tripteina Soja, Columbia, Tioglicolato e Infusión de Cerebro
y Corazón (BHI).
Varios estudios han demostrado que la ventilación e incubación
aeróbica de los frascos de hemocultivo convencionales mejoran la
recuperación de los hongos. Sin embargo, la temperatura óptima
de crecimiento de estos últimos varía de una especie a otra,
aunque generalmente los hongos filamentosos desarrollan mejor a 28-30°
C y las levaduras a 37° C. El tiempo de incubación es variable,
mientras que en las levaduras puede ser de 2 a 3 días, en los hongos
termodimórficos es mayor (3-6 semanas).
Existen métodos comerciales para el procesamiento manual de los
hemocultivos como los sistemas cualitativos Septi-Chek, Opticult, Oxoid
y el sistema de lisis-centrifugación Isolator. Los medios bifásicos
han sido considerados desde un principio ideales para el aislamiento de
hongos; el Septi-Chek es un medio comercial con esas características.
Los hongos filamentosos crecen en general bien sobre la superficie de
los medios sólidos tales como agar BHI o agar miel y/o glucosado
de Sabouraud, por lo cual un sistema que contenga alguno de estos medios
debería mejorar las posibilidades de aislamiento de este tipo de
hongos a partir de muestras de sangre.
El sistema de lisis-centrifugación (L-C) y sus modificaciones poseen
la ventaja de que el centrifugado obtenido luego del proceso de lisis
es sembrado directamente sobre cualquier medio sólido o líquido,
evitando repiques y posibles contaminaciones (4).
Los sistemas automatizados emplean la detección de anhídrido
carbónico por métodos radiométricos, espectrometría
infrarroja, colorimetría, variaciones de presión y fluorescencia
y utilizan botellas con distintas formulaciones para cultivo bacteriano
aerobio y anaerobio y botellas con caldos selectivos para el desarrollo
de hongos, tales como los sistemas Bactec, BactAlert, Vital, ESP80, etc
(4).
Numerosos estudios han comparado la eficacia de los diferentes sistemas
de hemocultivos para la recuperación de especies fúngicas.
En un trabajo comparativo de un sistema manual (Septi-chek) y uno automatizado
(DifcoESP) no son se observaron diferencias significativas en la detección
de los aislamientos de Candida sp. (5).
En otro estudio comparativo, esta vez de dos sistemas automatizados para
hemocultivos (Bactec 9240 y BactAlert/3D), se inocularon botellas que
contenían caldo para cultivos bacterianos aeróbicos y de
hongos, con sangre de donantes sanos y con un inóculo de 1.000
levaduras. Posteriormente se analizó el porcentaje de resultados
positivos y el tiempo requerido para la detección. Con las botellas
con caldo selectivo para hongos se detectaron el 100% de las levaduras
en ambos sistemas, en oposición a un 95% en las botellas para cultivo
bacteriano aeróbico. Por otro lado, la velocidad de detección
fue mayor en el caldo selectivo para hongos (21-24 hs.) que en caldo para
cultivo aeróbico (29-33 hs.). Si bien los sistemas aerobios presentaron
una buena performance, hay que tener en cuenta que sólo se consideraron
5 especies del género Candida (C .albicans, C .tropicalis, C. krusei,
C. glabrata y C. parapsilosis), las cuales son aisladas con mayor frecuencia
en hemocultivos, y, que otros géneros que pueden ser causantes
de micosis sistémicas, no fueron evaluados (6).
La comparación de las botellas con caldo para cultivo de hongos
y para cultivo bacteriano aeróbico del sistema Bactec 9240, realizado
sobre 550 pares de hemocultivos, mostró que las primeras fueron
mejores, tanto en el porcentaje de resultados positivos como en el tiempo
requerido para la detección de la funguemia. Además, las
botellas con medio selectivo para hongos fueron marcadamente superiores
para la detección de Candida glabrata. Ambos tipos de botellas
detectaron las especies más comunes de Candida, S. cerevisiae y
en un caso, a Cryptococcus neoformans, pero sólo en las botellas
con medio selectivo pudieron determinarse casos de funguemias producidas
por especies menos frecuentes como Rhodotorula mucilaginosa, Malassezia
furfur, C. guillermondii y Fusarium proliferatum. Según este autor,
el empleo de una botella con caldo selectivo para hongos en el set para
hemocultivo, en pacientes de alto riesgo, si bien es más costoso,
aportaría una mejora en la sensibilidad y en la detección
temprana de una funguemia (7).
Los trabajos anteriores han evaluado la significación estadística
de la detección de las especies más frecuentemente aisladas
en hemocultivos (Candida sp.) por los sistemas automatizados, pero no
de otras levaduras como Cryptococcus sp u hongos termodimórficos
como Histoplasma capsulatum, debido a la menor frecuencia de funguemias
provocadas por estos hongos.
En un trabajo realizado sobre 6.108 hemocultivos, se compararon las botellas
con caldo selectivo para hongos del sistema Bactec con el sistema L-C,
Isolator. Dos aislamientos de H. capsulatum fueron obtenidos sólo
con el sistema Isolator, un aislamiento de C. neoformans fue obtenido
sólo con el sistema Bactec y otro aislamiento de C. neoformans
fue recuperado en los dos sistemas (8).
Un estudio encontró que los sistemas Isolator (L-C) y Bactec con
sus botellas para cultivo de hongos Myco/F Lytic detectaron 18 de 19 funguemias
producidas por H. capsulatum y sólo una fue detectada únicamente
por Isolator, en el cual se obtuvieron 2 UFC. El tiempo de detección
fue menor con el sistema Isolator e inversamente proporcional al número
de UFC obtenidas. Respecto de C. neoformans, se encontró que los
dos aislamientos estudiados fueron recuperados por ambos sistemas (9).
En un trabajo similar, realizado por Wheat, con 70 aislamientos de H.
capsulatum, el 100% de ellos fue recuperado con Isolator mientras que
sólo 63 aislamientos lo fueron con el sistema Bactec con botellas
que contenían caldos selectivos para cultivo de hongos. También
el tiempo de detección de la funguemia fue mayor en el sistema
Bactec que con el Isolator. De acuerdo a estos autores, tanto el sistema
Isolator como el sistema automatizado con botellas con caldos selectivos
para el cultivo de hongos serían excelentes para la recuperación
de H. capsulatum y C. neoformans.
En forma general podemos concluir que los sistemas manuales y automatizados
son adecuados para la detección de funguemias producidas por Candida
sp., pero al momento de detectar otras levaduras, hongos filamentosos
y termodimórficos, el sistema de lisis centrifugación es
superior, tanto en la sensibilidad como en la velocidad de detección.
Con respecto al uso de sistemas automatizados o manuales, los primeros
permiten el procesamiento de mayor cantidad de muestras en menor tiempo,
lo que representa una ventaja para los laboratorios con un flujo elevado
de muestras; para los laboratorios pequeños, los métodos
manuales, si bien implican mayor tiempo operativo, son más económicos
y ofrecen buenos resultados.
En la actualidad, existen métodos moleculares que detectan la presencia
de hongos (PCR con primers o cebadores específicos para hongos)
a partir de cultivos de sangre ya incubados. Entre las ventajas se pueden
mencionar la reducción del tiempo de desarrollo en el subcultivo
y una sensibilidad mayor que el examen directo. No obstante, debe considerarse
que un resultado positivo puede deberse a la presencia de cualquier hongo
que contamine la muestra. (10)
También hay metodos que contribuyen a la detección de las
funguemias, como el dosaje de metabolitos y antígenos de los hongos;
tal es el caso de la determinación de1,3 ß-D glucano y de
mananos como screening de la presencia de hongos y de Candida, respectivamente,
de galactomanano para especies de Aspergillus y de glucuronoxilomanano
como marcador de la presencia de C. neoformans. (11)
La evaluación de un resultado positivo debe ser cuidadosa, ya sea
que el mismo se haya obtenido por cultivos, por detección de metabolitos
o de ADN, debido a que muchas de las especies ubicuas en el ambiente pueden
causar infecciones graves, diseminadas por via sanguínea, en pacientes
inmunocomprometidos. Entre las medidas precautorias para evitar la contaminación
se encuentran la toma de muestra en forma correcta y el procesamiento
de las mismas en forma apropiada y en lo posible dentro de un flujo laminar
o gabinete de seguridad biológica (12).
Cualquiera que sea el sistema empleado, debe hacerse una cuidadosa correlación
entre los resultados obtenidos por el laboratorio y la evaluación
clínico epidemiológica del paciente. En favor de la significación
del hallazgo se encuentran el resultado positivo de múltiples muestras
con la misma especie fúngica, características clínicas
compatibles con una micosis provocada por el hongo recuperado y la presencia
en el huésped de condiciones favorecedoras para la presencia de
micosis. Es de primordial importancia la comunicación fluida entre
el microbiólogo y el médico a los efectos de debatir probables
resultados controvertidos o no esperados.
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