Desde 1960, la Federación
Bioquímica de la Provincia de Buenos Aires (FABA) desarrolla una
serie de acciones destinadas a proteger la actividad de los profesionales
que la integran, a crear nuevas formas de trabajo y a mejorar la calidad
de los laboratorios y la formación y capacitación de quienes
trabajan en ellos.
La Federación Bioquímica de la Provincia de Buenos
Aires (FABA) funciona desde 1960 con un criterio de unidad en todo el
territorio bonaerense, incluyendo sus tres distritos en el Conurbano,
el norte, el sur y el oeste, y otros siete en el resto de la provincia
que coinciden con las zonas sanitarias de Mar del Plata, Bahía
Blanca, Azul, Bolívar, Pergamino, Luján y La Plata. Con
la aparición de la Seguridad Social la entidad pasó a tener
un protagonismo importante porque comienza a firmar convenios con las
obras sociales y las entidades de medicina prepaga y brindar una oferta
de trabajo más que importante a todo el sector bioquímico.
"Desde que nacimos hemos tratado de desarrollar contrataciones para
que los bioquímicos tuvieran una fuente de trabajo", señaló
Alberto Torres, titular de la FABA.
En la década del 90, con la aparición del decreto de desregulación
(año 1993) parecía que las entidades federativas y deontológicas
iban a desaparecer, pero la FABA comenzó a pensar de qué
manera iba a seguir funcionando para mantener la misma oferta de trabajo
para los bioquímicos. Así creó la Fundación
Bioquímica y una empresa distribuidora de reactivos para mantener
el precio de los insumos en valores razonables.
Además, se lanzaron varios programas destinados a mejorar la actividad
de los bioquímicos: el de detección de errores congénitos,
el Programa de Evaluación Externa de la Calidad (PEEC), el Programa
de Acreditación de Laboratorios (PAL), el Programa de Educación
Continua (PROECO), el Programa de Evaluación de Calidad de Insumos
de Laboratorio (PECIL), el Programa de Control de Alimentos (PROCAL),
el Programa de Bioseguridad, Seguridad en Instituciones de Salud y Gestión
Ambiental (BIOSEGA) y el Programa de Control de Enfermedades Cardiovasculares
(PROCORDIS).
Así hemos logrado llevar más de 4.000 cursos de capacitación,
perfeccionamiento y actualización a los lugares cercanos de trabajo
de los bioquímicos de toda la Provincia, una acción con
la cual permitimos que los profesionales no se vean impedidos de acceder
a estas ventajas por razones de dinero, tiempo o distancia", destacó
Torres.
La FABA también actúa intensamente en la celebración
de convenios, que a raíz de las dificultades que van apareciendo
en el sector son encarados a través de varias modalidades: por
prestación, donde los financiadores pagan por acto profesional
en base a valores establecidos para cada práctica, y por cápita,
donde los prestadores asumen los riesgos al cobrar un valor fijo por cada
afiliado más allá de los servicios que éstos requieran.
"En 1993 logramos nuestro convenio más importante por cápita,
que fue suscripto con el IOMA", recordó Torres.
A partir de la crisis de 2001, los contratos por cápita se han
transformado en algo riesgoso, porque las prestaciones
aumentan de complejidad como así también sus valores debido
a la devaluación del peso y el incremento de los costos de los
insumos. "Desde la Federación hemos tratado de superar estos
riesgos con una mayor gestión", destacó el titular
de la FABA.
Esta mayor gestión se tradujo en la propuesta de sistemas de auditoría,
de guías secuenciales y otras herramientas destinadas a contener
los costos. "La idea es que los bioquímicos podamos dar los
principales diagnósticos y los de mayor uso cotidiano por parte
de los médicos y sugerir una secuencia lógica de los análisis
para que se gaste lo necesario", explicó Torres.
Desde ya que en algunos casos tenemos respuestas positivas, pero en algunos
casos, debido a la presión del médico que prescribe y de
los afiliados y su sobrecarga de información, no es fácil
lograr acuerdos de mejor utilización de los recursos", agregó.
La buena utilización de éstos, según Torres, es un
tema fundamental para todas las organizaciones que prestan o financian
servicios de salud. "Esto está claro, porque con los recursos
que posee la Seguridad Social, que provienen de los aportes y las contribuciones,
este modelo de salud es inviable", remarcó el dirigente del
sector bioquímico.
En ese sentido, Torres destacó la conveniencia de analizar la instrumentación
de modelos similares al Seguro Público de Salud que se impulsa
en la provincia de Buenos Aires. "Esta experiencia es muy interesante
y ya asistimos a una población carenciada que ya llega a más
de 500 mil personas con perspectivas de alcanzar a los 2 millones de personas",
subrayó el titular de la FABA.
El dirigente bioquímico se refirió a la relación
entre la FABA y el Pami, que contrata los servicios de la red de la Federación
sólo en el interior de la provincia a través de sistemas
como FECLIBA y CISBO -un consorcio conformado junto a médicos y
hospitales públicos- "En estos casos estamos contratados por
un cápita sumamente escasa que está medianamente contenida
por la emisión de bonos donde los médicos prescriben y que
llegan a través de las UGP a los médicos de cabecera y de
ahí a los afiliados, que tienen libertad de elección",
aclaró Torres.
En relación al resto de los sistemas, la FABA tiene convenios con
las principales prepagas en el interior de la provincia, algo que no se
repite en el Conurbano, donde las contrataciones se hacen en forma directa
entre los laboratorios y las prepagas.
En otro orden, Torres se mostró de acuerdo con el incremento salarial
que reclaman los bioquímicos en toda la provincia. Pero advirtió
que no existen recursos genuinos para asumir esos aumentos "y tampoco
el crecimiento de los costos de los insumos y el atraso arancelario".
En la actualidad, los aranceles que están reconocidos en la Seguridad
Social para las prestaciones bioquímicas son los mismos e incluso
menores que los aranceles que se percibían en el año 1990
a través del nomenclador nacional del INOS", remarcó
Torres.
Ante esta circunstancia, el titular de la FABA entendió que "ya
es tiempo de empezar a considerar la aplicación de subsidios para
el sector salud", porque durante la crisis de 2001 "el sector
privado mantuvo en pie al sistema". "Por eso ahora es el momento
de que las autoridades se sienten con todos los actores para resolver
e imaginar un escenario donde los privados reciban una ayuda de parte
del Estado", agregó.
Por último Torres consideró que el futuro de la profesión
bioquímica va a encontrar otros ámbitos de desarrollo, porque
la principal actividad de estos profesionales ya no pueden ser los análisis
clínicos. "Creo que debemos tratar de estimular a los bioquímicos
para que se desarrollen en otras áreas, como toxicología,
bromatología y medio ambiente, para lograr un espectro más
amplio de acción", afirmó el titular de la FABA.
Fuente: Revista "MEDICOS".
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