Es una terapia experimental, pero alentadora
Utilizan células madre para regenerar el corazón
Las inyectan con un catéter especial alrededor del tejido dañado.
Fatiga y falta de aire. Si la cosa empeora, agrandamiento del hígado
y edemas de pulmón y de los miembros inferiores.
Son los síntomas de la insuficiencia cardíaca, desagradable
consecuencia de un grupo de patologías entre las que figura el
infarto masivo. Revelan un deterioro del músculo cardíaco
(miocardio) que, aunque se puede retrasar con medicación, es irreductible:
se trata de una condición progresiva de futuro incierto que puede
hacer necesario un trasplante.
Para resolver el problema de estos pacientes cuyo corazón está
extenuado, el cardiólogo intervencionista Luis de la Fuente y su
equipo del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, el
oncohematólogo Benjamín Koziner, presidente de la Fundación
Argentino-Germana para el Tratamiento de las Enfermedades Malignas de
la Sangre (Arger), el catedrático de cardiología de la Universidad
de Stanford Simon Stertzer pusieron en marcha un proyecto de investigación
que intenta reparar el músculo por medio de la inyección
de células madre.
Algo así como una "entrega a domicilio" para que esas
células camaleónicas, capaces de transformarse en cualquier
tejido del organismo, reparen el miocardio averiado. Y, por ahora, los
resultados son auspiciosos: hubo indicios de recuperación de la
función cardíaca en seis de los 10 casos estudiados.
"Como el infarto deja una cicatriz que destruye el músculo
-explica De la Fuente-, pensamos en regenerar el tejido residual que le
queda al paciente. Y, de ser posible, hacerlo con ese mismo músculo."
El ventrículo izquierdo es la "bomba" que impulsa la
sangre hacia todo el organismo. Cuando se destruye en un 33%, el músculo
comienza a fallar. Si la destrucción llega al 38 o 40%, el paciente
entra en un cuadro clínico conocido como "shock cardiogénico".
Los médicos tienen un parámetro para evaluar precisamente
cómo funciona el ventrículo izquierdo: la "fracción
de eyección" (FE). Cuando está sano, expulsa alrededor
del 60% de la sangre. Pero si cae por debajo del 40 o 45%, el corazón
empieza a perder eficiencia. Cuando esa medición se encuentra por
debajo del 30%, el paciente, aun con el mejor tratamiento médico,
es candidato a un trasplante.
Tras solicitar autorización ante la FDA, la Anmat y el Incucai,
De la Fuente y Koziner fueron autorizados a seleccionar diez pacientes
con una FE de entre el 30 y el 39%. "Se los eligió con un
grado de gravedad tal y con tanto daño en su músculo cardíaco
por infartos previos, que yo personalmente pensé que no íbamos
a poder demostrar la mejoría", confiesa el primero.
Paso a paso
El procedimiento consistió en introducir un catéter por
la arteria femoral y, una vez en el corazón, inyectar una suspensión
purificada de células madre en 10 a 15 sitios.
"Hace como siete años habíamos diseñado un catéter
muy especial para inyectar sustancias angiogénicas [que estimulan
la formación de nuevos vasos sanguíneos] -cuenta De la Fuente-,
pero como más tarde se pensó que podrían resultar
tumorales, quedó en desuso. Entonces se nos ocurrió recuperarlo.
Se trata de un instrumento muy especializado, con una punta de alrededor
de dos milímetros de grosor en forma de tirabuzón, de modo
que permite inyectar la suspensión muy lentamente, gota a gota."
El día de la intervención, el doctor Benjamín Koziner
hace una punción de la cresta ilíaca del paciente, bajo
anestesia local y sedación, y extrae cincuenta mililitros de médula
ósea.
"En el laboratorio se hace una concentración de las células
mononucleares y después otra más de lo que llamamos "células
progenitoras" CD34 y CD 133 -detalla-. Luego de varias horas de trabajo
obtenemos una suspensión de células mononucleares. Un preparado
de un centímetro cúbico que contiene unos cien millones
de células madre que es el que luego se inyecta."
En un principio, el objetivo de este estudio era comprobar la factibilidad
del método: que no hiciera daño. Pero los especialistas
descubrieron que podían extraer otras conclusiones.
A los dos o tres meses de realizado, comenzaron a observar signos de mejoría.
"Una paciente con un infarto muy importante que presentaba más
de ocho mil extrasístoles ventriculares [arritmias], cuando se
hizo el primer control había bajado a 4500, casi la mitad -afirma
De la Fuente-. En el segundo bajó a 2000; en el tercero, a 800,
y ahora está en 15 o 20. Y al mismo tiempo mejoró su FE
y se alejó de la zona de trasplante. Además, se siente muy
bien."
Del resto de los pacientes, cinco exhibieron entre un 20 y un 30% de mejoría
en su FE. "Las arritmias mejoraron y ninguno empeoró -dice
De la Fuente-. Los que mejor respondieron fueron los que tenían
las FE más bajas."
Aún no se entiende bien cómo hacen las células progenitoras
para llevar adelante el proceso de reparación miocárdica,
pero se barajan tres mecanismos: transdiferenciación (conversión
en células cardíacas), fusión entre las células
que se inyectan y las células del anfitrión (quimerización)
o inducción de sustancias angiogénicas. "La evidencia
reciente parece inclinarse hacia la transdiferenciación -afirma
Koziner-. Es lo que se llama "plasticidad celular"."
Tal vez, hacia la finalización del estudio, dentro de un año,
ésta y otras preguntas encuentren respuesta.
Fuente: Diario LA NACION
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