Probaron en animales una
vacuna teterapéutica que activa el sistema inmunitario para que
el propio organismo destruya los tumores.
Un equipo de investigadores del Instituto Leloir desarrolló
-en pruebas con animales de laboratorio- una vacuna terapéutica
contra el cáncer. El método consiste en extraer células
del tumor y modificarlas genéticamente en forma tal que produzcan
dos sustancias llamadas "interleuquinas", que actúan
como mensajeros para activar el sistema inmunitario y así lograr
que el propio organismo destruya los tumores. En rigor, el hallazgo de
estos investigadores fue juntar, en su vacuna, dos interleuquinas que,
separadas, tienen poco o ningún efecto pero juntas -descubrió
el equipo argentino- se potencian. El fármaco se ensayó
sobre tumores de mama y de colon con metástasis pulmonares: la
curación total de los tumores se verificó entre el 40 y
el 70 por ciento de los casos, y casi el ciento por ciento de las metástasis
pulmonares se curaron. Los resultados se publican hoy en la prestigiosa
revista The Journal of Immunology. El método desarrollado por el
equipo del Leloir -dirigido por Osvaldo Podhajcer- ya tiene patente internacional.
El próximo paso es, todavía con animales de laboratorio,
hacer estudios para determinar la eventual toxicidad del fármaco,
como paso previo a eventuales ensayos con seres humanos.
La primera pregunta que habría que hacer sobre el cáncer
no es tanto cómo derrotarlo, sino, ¿por qué el organismo
no lo derrota por sí mismo? ¿Cómo puede ser que el
sistema inmunitario, exquisitamente forjado en millones y millones de
años de evolución, no sea capaz de reconocer y atacar algo
tan mortífero como un tumor? "Porque el tumor genera a su
alrededor un 'entorno inmunosupresor'", una barrera de sustancias
que le impiden al sistema inmunitario reconocerlo, explicó Podhajcer,
director del Laboratorio de Terapia Génica del Instituto Leloir,
investigador del Conicet, profesor en la UBA y jefe del equipo que integraron
Verónica López, Soraya Adris, Alicia Bravo y Yuti Chernajovsky.
La cuestión es, entonces, cómo "despertar al sistema
inmunitario de su letargo y permitirle atacar", metaforizó
Podhajcer. Para despertar al sistema inmunitario, los investigadores recurrieron
a las interleuquinas: sustancias producidas por las distintas células
inmunitarias para trasmitir a otras células del mismo sistema la
información de que, por ejemplo, ha entrado un agente patógeno
y hay que acudir a atacarlo.
Los primeros ensayos de vacunas antitumorales con interleuquinas, efectuados
por distintos grupos en el mundo, consistieron en tomar células
del tumor, inactivarlas y agregarles un gen que activara en ellas la producción
de uno de estos mensajeros inmunológicos: "La interleuquina-12
(I-12) es considerada la de más potente acción antitumoral
y antimetastásica", puntualiza el trabajo en The Journal of
Immunology. Pero los resultados de aquellas primeras pruebas fueron decepcionantes:
la I-12 tenía un efecto "apenas marginal". ¿Por
qué no funcionaba?
"Porque -contó Podhajcer-, si bien la I-12 producía
una respuesta inicial muy fuerte contra el tumor, a los pocos días
aparecía otra interleuquina, la I-4, cuya función es contrarrestar
la respuesta inmunitaria inicial." ¿Una interleuquina traidora,
que sabotea la acción de las leales? Nada de eso. "Normalmente,
la I-4 tiene por función poner un límite a la reacción
inmunológica para que no dañe al propio organismo; por eso
se la utiliza terapéuticamente en enfermedades autoinmunes",
explicó Podhajcer.
La pregunta del millón era cómo lograr, contra el cáncer,
que la I-4 se abstuviera de inhibir a la I-12, la cual así podría
desplegar sin límites su eficacia antitumoral. La respuesta que
encontraron los investigadores del Leloir consistió en preparar
la vacuna antitumoral no sólo con I-12, sino también con
la interleuquina-10 (I-10). Esta, en sí misma, no tiene eficacia;
es más, "se suponía que, si se juntaban las dos, una
bloquearía a la otra, pero nosotros demostramos que, lejos de contrarrestarse,
tienen efecto sinérgico", contó Podhajcer. ¿Por
qué? Porque la I-10 bloquea a la I-4 y, al hacerlo, libera contra
el tumor toda la furia de la I-12. Los resultados: "Del 40 al 70
por ciento de los animales eliminaron el tumor inicial, y cerca del ciento
por ciento eliminó las metástasis pulmonares" mediante
sus propios recursos inmunológicos activados por las interleuquinas,
contó Podhajcer. Este abordaje, el tratamiento de tumores mediante
dos interleuquinas combinadas, es el hallazgo específico que los
argentinos patentaron internacionalmente.
El paso siguiente es "efectuar estudios sobre toxicidad, en animales,
para nuestra combinación de interleuquinas", anticipó
el investigador. Estos estudios durarían entre 18 y 24 meses y
"si sus resultados son favorables, podrían encararse los primeros
ensayos clínicos en humanos".
En los resultados, llama la atención el éxito con las metástasis:
"La vacuna, además de actuar sobre el tumor primario, permite
inmunizar contra la diseminación del cáncer", dijo
Podhajcer con entusiasmo, si bien observó que "sólo
después de ensayos clínicos en personas será posible
evaluar realmente los resultados". Se eligieron tumores de mama y
colon porque "son muy frecuentes en seres humanos y, para el de colon,
la quimioterapia suele ser poco efectiva".
La gestión de la patente en Estados Unidos fue financiada por el
laboratorio argentino Craveri, que ya acordó financiar también
los próximos ensayos. Además de Craveri, la investigación
fue apoyada por las fundaciones René Barón, Amigos de la
Fundación Leloir para la Investigación en Cáncer
(Afulic), el Ministerio de Salud de la Nación y el Conicet.
Fuente: Pagina 12
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