Incertidumbre en el horizonte de la salud para este año
El 2009 se inició signado por el electoralismo de cara a las elecciones de octubre, con medidas en el sector sanitario que parecen más efectistas que efectivas. La crisis financiera todavía no impactó de lleno.
El horizonte del escenario sanitario nacional continúa ensombreciéndose
sin que desde el gobierno nacional se muestre reacción alguna
ante el gravísimo momento que atraviesa el sector salud en
el país pese a las dramáticas consecuencias que ello
comporta para el conjunto de la población argentina. Se evidencia
así una preocupante falta de compromiso gubernamental para
lo que debiera ser uno de los bienes más preciados de la
Nación como loLos anuncios formulados en enero por el gobierno nacional con respecto a un supuesto megapaquete sanitario con la construcción de grandes hospitales e importantes refacciones de otros centros de salud, contrasta con la realidad que a diario debe enfrentar un creciente número de la población que debe asistir su salud en el sector público en el que se verifican contundentes carencias, especialmente en el Gran Buenos Aires en donde además, el acceso a la salud es mucho más dificultoso que en otras zonas del país.
Pareciera que con el sólo anuncio de obras de trascendencia la cuestión quedara solucionada, pero la realidad es mucho más grave. El impacto de la crisis financiera internacional todavía no ha dado de lleno en nuestro país. Desde mediados de enero especialmente en Estados Unidos, y también en Europa comenzaron los anuncios de despidos masivos en el sector privado. Analistas económicos coinciden en señalar que a lo largo de este año, en todo el mundo, se perderían unos cincuenta millones de puestos de trabajo.
Ese dato, en nuestro país, además de la catástrofe social que conlleva la desocupación, indica además que las obras sociales perderán ingresos y seguirán desfinanciándose. La información, de concretarse, también anticiparía el pasaje de mayor cantidad de gente al sistema sanitario público, agravando la situación de hospitales, pese a los anuncios y promesas oficiales.
Así, con esa incertidumbre y con enormes temores ha quedado planteado el corriente año electoral en el nuestro y otros sectores del quehacer nacional.
No menos preocupante es lo que en los medios casi no se dice: en algunas ramas de la actividad industrial argentina ya han comenzado las suspensiones y adelantos de vacaciones.
Hay indicadores que denotan que se están tapando datos económicos y según varios encuestadores, ya a fines de diciembre último la mayor parte de la gente prioriza actualmente la conservación de la fuente de trabajos por sobre posibles mejoras salariales.
En este estado de cosas, el gobierno tiende una mano a algunos sectores y a otros no, como el nuestro, aunque en realidad las medidas impulsadas para impedir la caída del consumo en materia de autos, heladeras y turismo, por ejemplo, han tenido un efecto concreto muy poco perceptible.
Mientras tanto, a mediados de enero la ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña, debió salir públicamente a desmentir su alejamiento del cargo debido a algunos chisporroteos políticos con el ex presidente Néstor Kirchner (ver en Contratapa).
La mitad de la población argentina atiende su salud en el sector privado y la otra mitad en el público. En ambas ramas del sistema sanitario, que siguen sin complementarse armónicamente, está presente el fantasma del quebrantamiento financiero como un dato concreto de la realidad. Como se dijo, de llegar despidos más o menos masivos, el modelo público de salud y el de la seguridad social tenderían a sucumbir y ese es el signo con el que se ha iniciado este año en el que la labor gremial de la Federación Bioquímica seguramente será mucho más intensa que la desplegada a lo largo de 2008.
Mientras el gobierno pide credibilidad la crisis del campo vuelve a erigirse en un espectro que nadie quiere. La oposición, todavía no bien definida y casi completamente desarticulada no brinda puntos de referencia. Los efectores sanitarios estamos solos con nuestras incertidumbre y temores, pero conscientes de que la unidad gremial, siempre esgrimida como bandera en la acción, es el arma con la que podremos enfrentar el momento, tal como lo hemos hecho en otros momentos no menos duros. La unidad gremial es, sin duda, algo a lo que no debemos renunciar por más fuerte que sea la tormenta.
|
|