Por
Ana María Pertierra - Microbiología
El fosfato inorgánico sería clave
para la virulencia de los clostridios
La concentración de fosfato intestinal
actuaría como un disparador del proceso de formación
de esporas. Científicos del Instituto
de Biología Molecular de Rosario lo informaron en un reciente
trabajo de investigación básica.
Este hallazgo abre las puertas a futuras aplicaciones clínicas
para el tratamiento y prevención de enfermedades causadas
por bacterias del género Clostridium.

Bacterias esporuladas
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Clostridium perfringes
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Investigadores
argentinos han demostrado que el fosfato inorgánico constituye
una señal del medio ambiente que induce la esporulación
y la síntesis de enterotoxina, un importante factor de virulencia,
en el patógeno intestinal Clostridium perfringes. El doctor
Roberto Grau, bioquímico e investigador adjunto del Instituto
de Biología Molecular de Rosario dependiente del Conicet
ha publicado recientemente en la revista Infection
and Inmunity de la American Society for Microbiology el trabajo
que llevara
a cabo junto a su equipo y que reveló un dato clave para
el estudio de enfermedades infecciosas producidas por bacterias
anaerobias estrictas. Hasta el momento se sabía que la producción
de la enterotoxina por parte
de C. perfringes estaba regulada por la formación de esporas,
sin embargo, todavía permanecía desconocida la naturaleza
de la señal que desencadenaba la esporulación. Los
científicos rosarinos encontraron que
es la concentración de fosfato inorgánico, y no el
pH, la señal del medio ambiente que induce la esporulación
y la producción de la toxina.
Los clostridios, bacterias anaerobias estrictas esporuladas, se
caracterizan por resistir a un medio ambiente adverso mediante la
formación de esporas que les permite sobrevivir frente al
tratamiento antibiótico y perpetuarse por muchísimo
tiempo en vida latente. La señal que desencadena la formación
de esporas, según lo probado por el doctor Grau, es una determinada
concentración de fosfato, del orden milimolar, que sólo
se encuentra en el intestino de los seres humanos y los animales.
Si bien los investigadores del IBR han estudiado las cepas de C.
perfringes, agente causal de la gangrena gaseosa y de la gastroenteritis
por intoxicación alimentaria a través de su toxina,
la situación podría ser aplicable a otros clostridios
de importancia clínica tales como C. difficile, responsable
por las enterocolitis posteriores a tratamientos con antibióticos.
Las esporas de C. difficile pertenecen a la flora normal del sistema
digestivo y se mantienen sin germinar por la acción del resto
de los microorganismos. Sin embargo, cuando la flora normal se ve
afectada por el tratamiento antibiótico, las esporas germinan
y colonizan el intestino. Al respecto Grau consideró que
si se lograra bloquear la esporulación se podría evitar
que C. difficile siga formando parte de la flora normal. Otras bacterias
del mismo género relevantes desde el punto de vista clínico
son C. tetani y C. botulinum.
El estudio, hecho sobre la base de análisis de Northern blot,
demostró que
el fosfato en las concentraciones intestinales es capaz de neutralizar
el efecto inhibitorio de la glucosa en el inicio de la esporulación
y de inducir la expresión del gen spo0A que desencadena la
morfogénesis de las esporas.
Este descubrimiento alcanzado por el grupo del doctor Grau, en colaboración
con científicos de Oregon State University de los Estados
Unidos, abre el camino a futuras investigaciones aplicadas al tratamiento
y la prevención
de las enfermedades producidas por éste tipo de patógenos.
Los científicos especulan en poder desarrollar un antibiótico
que inhiba la germinación de la espora y por ende la producción
de la toxina así como facilitar nuevas herramientas médicas
efectivas contra patologías tan graves como el tétanos,
botulismo, gangrena y enterocolitis asociada a los antibióticos,
entre otras.
Bacterias peligrosas
Muchas de las especies que pertenecen al género Clostridium
son patógenas para el hombre. Son bacilos grampositivos anaerobios
con capacidad para producir esporas y potentes toxinas. El C. tetani
produce el tétanos, el C. botulinum, el botulismo, y algunas
especies causan la gangrena gaseosa. Ninguno de ellos es un invasor
activo de los tejidos, C. tetani se introduce por
lo general en las heridas y se multiplica en los tejidos necróticos
donde haya condiciones anaerobias. C. botulinum se multiplica en
los alimentos y luego
de ser ingerido por el hombre o los animales produce su potente
enterotoxina. C. perfringes es una bacteria común en el suelo
y el intestino de humanos
y animales, su toxina es causa frecuente de intoxicación
trasmitida por alimentos. C. difficile se considera en la actualidad
una de las bacterias patógenas hospitalarias más frecuentes,
que causa la enterocolitis pseudomembranosa asociada a la antibioticoterapia.
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