Antioxidantes:
peor que inútiles
Los suplementos
vitamínicos no sólo no previenen las enfermedades,
sino que elevan la mortalidad.
La promesa de salud y longevidad creada en las últimas décadas
por los suplementos antioxidantes se ha desvanecido. Si se guiaran
por las pruebas científicas y no por los cantos de sirena
de la publicidad, los muchos millones de personas que toman estos
complementos dietéticos en Europa y EE UU (10-20% de la población)
para prevenir el cáncer y otras enfermedades crónicas
deberían dejar de hacerlo. Ya se sospechaba que tomar vitamina
A, vitamina E, betacaroteno y otros antioxidantes, juntos o por
separado, no tenía ningún efecto positivo apreciable
sobre la salud, pero al menos se presumía que no era perjudicial.
Ahora se ha comprobado, mediante el tipo de estudio que ofrece más
garantías científicas, que las píldoras antioxidantes
no sólo son un gasto inútil, sino que además
pueden acortar la vida.
El gran negocio de los suplementos vitamínicos ha impulsado
la realización de infinidad de estudios sobre sus posibles
efectos beneficiosos en el envejecimiento, el cáncer, las
enfermedades cardiovasculares, el Alzheimer y otras muchas dolencias
crónicas. "Las pruebas para demostrar la presencia o
la ausencia de beneficios por el uso de multivitaminas y suplementos
minerales para prevenir el cáncer y las enfermedades crónicas
son insuficientes", dictaminaba en 2006 una revisión
de los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU.
La herramienta científica que ahora ha demostrado que los
suplementos antioxidantes no son inocuos se denomina "revisión
sistemática con metaanálisis", esto es, un análisis
estadístico global de los ensayos clínicos que han
estudiado los efectos sobre la salud de los principales antioxidantes:
betacaroteno, vitaminas A, E y C, y selenio. Y su veredicto, apoyado
en 68 ensayos clínicos con 232.606 participantes, cuestiona
la eficacia preventiva y la seguridad de estos suplementos.
Los resultados de este estudio, publicado el 27 de febrero en el
Journal of the American Medical Association (JAMA), muestran que
el betacaroteno y las vitaminas A y E se asocian con incrementos
de la mortalidad del 7%, 16% y 4%, respectivamente, mientras que
la vitamina C y el selenio no parecen elevar el riesgo de muerte
(el selenio podría disminuirlo, aunque no es seguro y hacen
falta nuevos estudios para esclarecerlo, sostienen los autores del
trabajo).
Muchos ciudadanos ya están hartos de estudios y mensajes
de salud contradictorios. ¿Por qué habrían
de fiarse de este estudio más que de los anteriores? ¿Cómo
saber que lo que hoy es blanco mañana no será negro?
"En principio, la confianza en estos resultados es alta y es
poco probable que estudios posteriores modifiquen el efecto observado".
¿Debe desaconsejarse el consumo de suplementos antioxidantes?
"Está claro que no parece adecuado recomendar estos
suplementos para la prevención de enfermedades", responde
Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición
Comunitaria (SENC). "Lo que hay que hacer es tomar una dieta
rica en frutas y verduras, porque sólo los alimentos naturales
contienen la justa proporción de estos nutrientes y además
está comprobado su efecto beneficioso".
Alonso Coello opina que hay que desaconsejar el consumo de estos
suplementos porque "no tienen un efecto beneficioso y en cambio
hay datos muy sugerentes de que pueden ser perjudiciales".
Y añade: "En la población occidental, sin carencias
vitamínicas y minerales, el consejo debe incidir sobre los
estilos de vida: tomar una dieta equilibrada, evitar el sobrepeso,
hacer ejercicio y no fumar".
Con todo, Aranceta recuerda que en España el consumo de suplementos
antioxidantes no está tan extendido como en otros países.
"Aquí se toman sobre todo complejos vitamínicos
para el estrés o el cansancio. Aunque tampoco está
comprobado su efecto beneficioso, al menos son fórmulas más
completas", matiza.
La elevación del 5% del riesgo de muerte por el consumo de
antioxidantes que ha puesto de relieve el estudio del equipo de
Goran Bjelakovic, podría ser incluso "conservadora",
pues tal vez haya muchos estudios no publicados -y, por tanto, no
incluidos en el metaanálisis- que probablemente sean neutrales
o negativos.
Ajenos a este riesgo y a la falta de pruebas, muchas personas toman
antioxidantes para mejorar su salud y prevenir el cáncer.
Como recuerda Bjelakovic, "estamos expuestos a una intensa
mercadotecnia con un mensaje contradictorio". Pero la situación,
a juicio de Alonso Coello, se debe no sólo a la presión
publicitaria, sino que es también "responsabilidad de
los médicos mal informados y de las autoridades sanitarias,
por no alertar de este incierto beneficio y de esta publicidad engañosa".
Mercadotecnia frente a pruebas científicas
Los antioxidantes son un grupo de vitaminas, minerales, enzimas,
pigmentos vegetales y otras sustancias. El interés que despiertan
se debe a que anulan el efecto perjudicial de los radicales libres,
producidos por la respiración, las radiaciones ionizantes,
el tabaco y, en general, en las reacciones oxidativas del cuerpo
(por eso se llaman antioxidantes). Digamos que la vida nos oxida
por dentro produciendo radicales libres que dañan los genes
y las células, favoreciendo el envejecimiento y algunas enfermedades,
como las cardiovasculares o el cáncer.
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